Algunas líneas sobre Luke Cage

Luego de que un experimento lo deja con super fuerza y piel indestructible, Luke Cage se convierte en un fugitivo que trata de reconstruir su vida en la Harlem actual, en Nueva York. Pero pronto es arrancado de las sombras y debe luchar una batalla por el corazón de su ciudad.

Se estrenó Luke Cage y con ella tanto Marvel como Netflix han dado el tercer paso en el camino hacia The Defenders, crossover que también juntará a Daredevil, Jessica Jones y la próxima Iron Fist. Si la del Hombre sin Miedo apunta más a resaltar la acción, mientras que la segunda exploró más el costado dramático –con el ser víctima de una violación como un tópico recurrente-, esta nueva serie resulta en una efectiva mezcla de ambas, pero que tiene unos cuantos problemas propios. Cheo Hodari Coker (Notorious, NCIS: Los Ángeles) consigue un programa que tiene varios aciertos en términos formales, pero que ciertas decisiones impiden que esté a la altura de lo que pudo ser.

Reboza de estilo y pasión por la cultura afroamericana, cuya incubadora está en Harlem, y este amor por las calles acompaña la historia en cada momento. En ocasiones el sentimiento excede lo natural, con lecciones de historia y nombres de figuras reconocidas citados para enfatizar puntos de vista. Hay un aura cool que rodea al programa y esa distinción no se siente forzada, una que emparenta al héroe con Shaft. La música es una presencia permanente a lo largo de su desarrollo, con varios números en vivo y altas dosis de jazz, soul y hip-hop enraizado en la zona, lo que refuerza aún más esa gran personalidad de la que dispone. Luke Cage es un superhombre pero, antes de eso, es uno negro y es otro gran acierto del programa el ubicar la cuestión racial en el centro de la escena. Como la reciente American Crime Story: The People v OJ Simpson lo supo bien, las heridas están bastante abiertas. El color de piel garantiza persecución policial y disparos previos a preguntas, lo que habla a gritos de lo necesario que es un héroe afroamericano, a prueba de balas y con una capucha.

Tanto Daredevil como Jessica Jones se han visto considerablemente elevados por la calidad de sus antagonistas, con Wilson Fisk y Kilgrave como dos de los grandes villanos que el Universo Marvel ha ofrecido hasta la fecha. Eso es un problema para este nuevo show, que no termina de coronar a ningún verdadero némesis. El trabajo de Mahershala Ali es muy sólido como Cottonmouth, pero desde el primer momento se sabe que no es el verdadero rey del tablero, más allá de que crea que tiene la corona. Es un hombre refinado, inteligente y que no teme ensuciarse las manos con sangre, aspectos que lo ponían en un camino de grandeza similar al de los otros, sin embargo los giros de la trama impiden que se consolide como uno verdaderamente temible. No ayuda en nada el hecho de que el héroe de turno sea prácticamente indestructible, lo que hace que todas las apuestas sean de muy bajo costo.

La serie encabezada por Krysten Ritter tuvo el inconveniente de estirarse más de la cuenta, enroscándose en el mismo problema una y otra vez. El villano de David Tennant era la única figura a derrotar y así sus 13 episodios resultaron excesivos. Luke Cage sortea este problema, pero con dificultades evidentes. Cuando pareciera que va a caer en el mismo inconveniente que la anterior, mueve algunas piezas en el tablero y eso genera un cambio radical en el status quo, uno que no siente la gente de Harlem, pero que afecta bastante al espectador. Alguna ocasional mención a Diamondback no prepara al público para la inserción forzada de Erik LaRay Harvey en la historia, sobre todo cuando se le da un contexto algo tirado de los pelos y una motivación poco contundente. Su presencia exagerada, sin embargo, ayuda a sobresalir a Alfre Woodard como Mariah Dillard, quien se ve obligada a volver a un juego del que no quería participar, pero del que quería cobrar sus beneficios. Su trabajo es impecable como «la perra que todos amamos odiar», tal como la define Shades. Respecto a este último, es una buena labor de Theo Rossi como una suerte de alfil, siempre susurrando al oído del poderoso pero sin ser nunca el hombre a cargo.

Entre medio de todo esto está el trabajo de Misty Knight y la Policía, dentro de lo que es el clásico policial procesal. Corrupción en la fuerza, burocracia, nada que no se haya visto antes pero que sirve para dar otros puntos de vista a los hechos, como el caso de Foggy Nelson o Karen Page y el diario en Daredevil. Se guarda sus buenas vueltas de tuerca al no saber quién está sucio o no, aunque la nómina de Cottonmouth no es algo que se explore demasiado. En ese sentido el trabajo de Frank Whaley es muy bueno como el detective Scarfe, pero quien realmente brilla es Simone Missick, a quien por suerte se verá en The Defenders.

Luke Cage es un buen programa, con una destacada primera mitad y una segunda que es claramente inferior. No hay secuencias de combate como las del Hombre sin Miedo, aunque son las suficientes como para entender la dimensión del poder de este héroe a prueba de balas. Mike Colter interpreta al personaje con el aplomo necesario, consolidando lo que ya se había apreciado en Jessica Jones. Lo que aquí se sigue es su camino hacia el heroísmo, para darse cuenta de todo el bien que puede hacer con sus habilidades. Hay más detalles de su pasado, el lejano y el inmediato, con pocas referencias a lo que vivió junto a Jessica, pero el objetivo de la temporada es instalarlo como el héroe que Harlem necesita. Y la audiencia, dicho sea de paso. Es una verdadera lástima que pierda fuerza, enfoque, confianza y muchos de los atributos que había cosechado desde el comienzo en la segunda parte, con un villano al que no le cabe otro adjetivo más que decepcionante.

 

 

 

 

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Migue Fernández

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