Nada como sufrir una pérdida enorme y mudarse a la vieja casa familiar, que está en el medio de la nada, en un pueblito de pescadores en Massachussets. La electricidad funciona, pero los primeros días mejor que te olvides del agua caliente y de la calefacción… ni hablemos de que el pueblo entero sabe quiénes son los «recién llegados» y que su nueva residencia es la casa embrujada.
A todo eso le sumamos el elemento de magia y misterio y tenemos Locke & Key, la nueva serie distribuida por Netflix. Está basada en la novela gráfica homónima de Joe Hill y Gabriel Rodríguez, pero nada que temer porque están involucrados en la adaptación ¡incluso tienen un cameo! Así que a prestar atención.
¿De qué va la trama? Tenemos a la familia Locke, que sufre una gran pérdida en Seattle: asesinan a sangre fría a Rendell Locke (Bill Heck), esposo y padre de familia, frente a todos ellos. Con el plan de seguir adelante, por más que sea extremadamente difícil, Nina (Darby Stanchfield) decide mudarse con sus tres hijos a la casa en la que su esposo creció: Key House en Matheson, Massachusetts.
«¿Somos ricos?» es la primera reacción de Bode Locke (Jackson Robert Scott), el más chico de los Locke, y eso resume muy bien la apariencia de la casa, ubicada en el medio de un bosque -para nada terrorífico- en la que los espera el tío Duncan (Aaron Ashmore), quien creció junto a su hermano en esta casa de la que no recuerda casi nada, pero está presente el sentimiento de cuasi repulsión por el lugar.
El resto de los chicos Locke, Tyler (Connor Jessup) y Kinsey (Emilia Jones), no están tan entusiasmados con la situación y la madre claramente intenta levantar los ánimos de todos alentándolos a explorar el lugar. Lo que nos lleva a Bode, que encuentra un cobertizo con un aljibe. Como buen niño curioso le saca una foto y grita dentro de él preguntando por su eco, a lo que recibe respuesta… pero con la voz de una mujer, a la que decide llamar Eco. Corre aterrado a contarle al resto de la familia y, oh sorpresa, nadie le cree.
Bode se arma de valor y vuelve para hablar con Eco, quien le cuenta que la casa está llena de llaves mágicas y que cada una tiene una función diferente. Lo que impulsa al pequeño a tratar de encontrarlas, involucrando a sus hermanos mayores… lo que no esperaban era que algo más estuviera en busca de ellas. En base a esto comienzan a sospechar que estas llaves y secretos serían la causa del asesinato de su padre.
La serie es una combinación de thriller apto para mayores de 13 años, horror y drama. Pero no solo se centra en lo fantasioso de encontrar una casa con llaves mágicas y fantasmas de ancestros, también habla de pérdidas, de traumas y de adicciones; del amor y de la familia. En ciertos aspectos hasta podría considerarse un coming of age mágico.
Consta de 10 episodios de 45 minutos, y a medida que se va a adentrando en la historia se va volviendo más oscuro con algún que otro jumpscare. La mayoría de los problemas se resuelven en la misma temporada y para «entender» algunos de los eventos de los primeros episodios hay que esperar a los dos últimos. Pero ya les voy avisando que, con truenos de fondo, va a dejar una gran puerta abierta para una segunda temporada.
Es entretenida y llevadera, les recomiendo ver por lo menos los primeros tres episodios antes de descartarla por completo -porque viene siendo bastardeada-, y si no les gusta por lo menos se van a llevar una playlist buenísima.
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