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La serie adapta la novela gráfica I am not okay with this de Charles Forsman, en 7 episodios de 20 minutos cada uno. Narrada en primera persona por Syd Novak (Sophia Lillis), una chica de 17 años que atraviesa la pubertad, el duelo y la ira, ella le cuenta a su diario, y a nosotros, su día a día en un intento de dejar salir esa rabia tal como le recomendó la consejera escolar. Comienza presentándonos su entorno y situación, su ancla era Dina (Sofia Bryant), su mejor amiga, que está en una relación amorosa con el chico dorado de la secundaria y todo va en picada desde entonces.
Casi como si quisiera rememorar a Stranger Things, la primera manifestación de poderes es con un sangrado de nariz… pero en lugar de ser ella la que lo sufre, es ella quien lo provoca. Lo toma como una coincidencia y decide ignorarlo, pero luego de una seguidilla de sucesos ya no hay duda de que esos poderes están presentes.
No hay chance de que le cuente a su madre, con la que no tiene una buena relación, y su hermano menor lo toma como un chiste. Así que encuentra a su confidente en su raro vecino Stanley (Wyatt Oleff), que porta un look vintage, escucha discos de pasta y está un poco enamorado de ella. Luego de una situación intensa, él intentará ayudar a Syd a comprender todo lo que involucran sus poderes: de dónde vienen, si es posible controlarlos… y si alguien o algo más sabe de ellos.
Apta para mayores de 16 años, cada episodio nos deja con un cliffhanger para el siguiente, y va mechando imágenes del anterior. Tiene una banda sonora espléndida y un humor que es leve, pero decora de forma genial la situación. Algo a destacar, casi de forma monumental, es el final: muy bien logrado y perfecto para una posible continuación.
Si bien la serie es de los creadores de The end of the F****ing world y los productores de Stranger Things toma lo mejor de ambas y no tiene nada que envidiarle.
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