Se trata de un drama de horror psicológico ambientado en el multiverso de Stephen King, el cual teje una saga épica de luz y oscuridad que se desarrollará alrededor de unas pocas millas en la zona boscosa de Maine.
Derry, Jerusalem’s Lot, Castle Rock. Estos pequeños pueblos de Maine, Estados Unidos, pueden considerarse como la Tríada del Mal en lo que se refiere a la bibliografía del prolífico Rey del Horror, Stephen King, geográficamente hablando. El triángulo infernal ha sido basamento de la mayoría de las historias del escritor, donde sus pesadillas más recordadas han tenido lugar, y es el epicentro de Castle Rock, la nueva serie de Hulu, que promete unir bajo un mismo techo el universo del autor y explorar la vasta mitología con la exploración íntima de personajes que han convertido a King en todo un exponente del género.
Bajo el ojo avizor del rey Midas moderno que es el productor ejecutivo J.J. Abrams, Sam Shaw y Dustin Thomason -creadores de la ignorada pero interesantísima serie Manhattan– son los cráneos detrás de este multiverso de horror, que comienza con la inexplicable desaparición del joven Henry Deaver en el medio del invierno más cruento que ha visto la ciudad que le da título a la serie, solo para reaparecer, claro, en misteriosas circunstancias. 27 años después -los Lectores Constantes de King notarán el guiño de ese salto temporal-, un adulto Henry (el siempre excelente André Holland) vuelve al pueblo tras una larga ausencia al recibir una extraña llamada desde la prisión de Shawshank. Deaver, ahora un abogado especializado en casos de pena de muerte, será atraído a la ciudad que lo volvió un paria tras acusarlo de la muerte de su padre adoptivo para tomar bajo su ala a un prisionero sin nombre (Bill Skarsgård, nuestro nuevo y flamante Pennywise), que ha aparecido en el rincón más recóndito de la prisión, un ala de celdas cerrada años atrás por el ex-alcaide de la cárcel (Terry O’Quinn).
A lo largo de la primera hora de Castle Rock, «Severance» -un juego de palabras entre liquidación de sueldo y corte drástico, en alusión al destino estremecedor de uno de los personajes-, el resto de la población se irá haciendo presente, revelando un elenco sumamente interesante y capacitado para formar parte de la pesadilla por venir. A los antes mencionados Holland, Skarsgård y O’Quinn hay que sumar a Scott Glenn como el sheriff retirado Alan Pangborn -el único personaje hecho y derecho que salta de las páginas de King hacia la pantalla chica-, la eterna Sissy Spacek (la inolvidable Carrie en la adaptación homónima de la primera novela del autor, de Brian De Palma) como Ruth, la madre adoptiva de Henry, Melanie Lynskey (Togetherness) como la pujante agente inmobiliaria Molly Strand y Jane Levy (Evil Dead, Don’t Breathe) como la curiosa local Jackie. El primer episodio puede resultar un tanto incómodo porque tiene la ardua tarea de presentar los misterios por venir, y en ese aspecto el guión de los creadores de la serie junto a la dirección de Michael Uppendahl (Mad Men, American Horror Story, Legion) se complementan para forjar incógnitas a resolver durante los 10 capítulos de esta temporada. El trío Shaw, Thomason y Uppendahl repiten en la segunda hora, «Habeas Corpus», donde finalmente la historia se encamina y el relato se vuelve mucho más interesante a medida que las piezas comienzan a incorporarse al tablero.
Aquí y allá, los guiños y menciones al universo creado por Stephen se dejan ver, pero no impedirán que el espectador transeúnte se pierda de ellos, ni tampoco calmará la ardiente sed de los Lectores Constantes de mostrar todo de buenas a primeras. Ante todo es un producto patrocinado por Abrams, por lo cual no esperen respuestas inmediatas sino una evolución de los interrogantes hacia aguas más claras. También es cierto que muchas veces el misterio es más enriquecedor que su respuesta, pero por ahora cabe decir que los mismos son por demás intrigantes y se apoyan en actuaciones que permiten el beneficio de la duda. Holland es el aparente protagonista, quien carga una mochila bastante pesada a cuestas, mientras que el extravagante Skarsgård compone a un signo de pregunta personificado, que apenas puede hablar y menos saber quién es. Glenn resulta siempre estimulante de ver, aunque repita un poco los esquemas de su personaje en The Leftovers. Spacek, como la madre de Henry con un ligero caso de demencia, puede resultar vital para la historia pasada del pueblo; Levy y la ingente curiosidad de su Jackie son una bomba de tiempo a punto de estallar en cualquier momento, más si tenemos en claro lo que significa portar ESE apellido que la podría conectar con uno de los personajes más recordados del cine y la literatura de horror. Lynskey se come a la serie en cada momento que aparece, sobre todo en la tercera hora «Local Color» -que tiene a su personaje como protagonista-, donde se indaga su profunda conexión con Henry desde pequeña a la vez que le permite a la actriz masticar cada escena con sus problemas anímicos bastante particulares.
Severance, Habeas Corpus y Local Color son los tres primeros episodios que se presentaron de la temporada, quizás porque Hulu necesitaba más de una hora para poder sumergir al espectador en las penumbras de Castle Rock y es un movimiento publicitario que funciona con creces. El esperar semana a semana un nuevo capítulo juega en contra del formato presentado por Netflix, pero permite un respiro entre episodios para explorar los significados ocultos de una serie que a cada minuto expande sus tentáculos para aferrarse con fuerza al imaginario colectivo que desde hace tantos años ha incrementado Stephen King. En un momento actual del cine y la TV, donde todo es multiverso y crossovers, hacía falta un chapuzón en las oscuras y retorcidas aguas del Rey del Horror, y Hulu lo ha hecho posible.
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