Seinfeld desembarcó en Netflix. La comedia más grande de todos los tiempos llega con sus 180 episodios a la plataforma más popular del mundo, un pase millonario que se esperaba desde hace al menos dos años. Dará que hablar. Es la oportunidad para que finalmente la descubran los amigos de quienes la militamos fuerte desde hace tiempo. Ya hay quienes agitan el fantasma de la cancelación, porque no hay peor mal de esta época que ofenderse por cosas que pasaron hace 25 años.
¿Necesitas que te convenza de que la veas? No existe mejor serie que Seinfeld, punto. No hace falta justificar tanto la respuesta.
¿Y por qué este texto?
Básicamente porque Seinfeld estará al alcance de un click y con ello se llenará de comunicadores cómodos/as que la definan como «una serie sobre nada». Y eso me molesta. Porque no hay forma más limitada que esa para hablar de esta sitcom.
El origen de la frase está en el tercer episodio de la cuarta temporada. Jerry Seinfeld recibe la propuesta de hacer una serie. Su mejor amigo George quiere sumarse como guionista y en una charla de café cotidiana llega a la conclusión: Jerry tiene que ser sobre eso, sobre esos diálogos simples, sobre el día a día. Una serie acerca de nada.
Tan autorreferencial es el show dentro del show que desde entonces hay quienes usan dicha categoría para referirse a Seinfeld. Y no hay nada más errado.
La escena quedó grabada a fuego en la memoria, sobre todo por lo que pasará a partir de entonces. Pero se tiende a olvidar lo que pasó antes, específicamente en los dos episodios previos de la mencionada temporada y en el final de la anterior.
Emitido en dos partes, «El Viaje» retoma los eventos del season finale previo, con Kramer probando suerte en Hollywood detrás de su sueño de estrella. «No te irás realmente a California, ¿cierto?», le lanzaba George.
«En mi cabeza, ya estoy ahí».
Las risas grabadas disimulaban el impacto de la respuesta.
En Los Ángeles las cosas no le van bien. «Soy solo un tipo común tratando de pegarla en el negocio», le confiesa a un jovencito Fred Savage previo a hacer el ridículo y asustarlo. Entre parodias a Sunset Boulevard e intentos frustrados de conseguir su gran oportunidad, queda involucrado en una trama criminal que finalmente se resuelve a su favor.
Sentados a la vera de un camino, con el cartel de Hollywood de fondo, Jerry y George apelan a que Kramer entre en razón y regrese con ellos a Nueva York. Él, todavía decidido a seguir intentándolo, se despacha con un monólogo que lleva a la escena a niveles de profundidad que la serie no tenía ni tendrá otra vez.
«¿Qué querés que te diga? ¿Que las cosas no me salieron en la forma en que las planeé? ¿Que la estoy remando, apenas capaz de mantener la cabeza fuera del agua? ¿Que Los Ángeles es un lugar frío incluso en mitad del verano? ¿Que es un lugar solitario incluso cuando estás atascado en el tráfico en la autopista de Hollywood? ¿Que no soy mejor que un guionista que maneja un taxi, que una joven actriz dedicada a la prostitución, que un productor en una casa que no puede mantener? ¿Eso es lo que querés que diga? No voy a hacerlo.»
El Viaje es un episodio atípico para Seinfeld. Un raro vistazo al interior de Kramer, el más extravagante del cuarteto. Un punto de inflexión, porque desde entonces la serie no se permitirá otros instantes de vulnerabilidad. Y pasada esa crisis existencial de uno de sus protagonistas, cada uno de los episodios posteriores se dedicará exclusivamente a hacer eso que se supo hacer tan bien y la llevó a la consagración: seguir el día a día de un grupo de amigos en Nueva York, con citas fallidas, crecimientos y frustraciones personales y profesionales, mentiras de patas muy cortas, personajes raros y tanto más.
¿Seinfeld es una serie acerca de nada? Soy un treintañero soltero en una de las mejores ciudades del mundo. Seinfeld es la vida misma. Seinfeld es acerca de todo.