A 20 años del estreno de The Blair Witch Project

La película de terror que cambió la cara del género cumple dos décadas y acá les contamos qué la vuelve tan fundamental.

«Tengo miedo de cerrar los ojos, y tengo miedo de abrirlos también.»

Para entender bien el fenómeno que causó The Blair Witch Project al momento de su estreno debemos viajar hacia el pasado, hasta el Festival de Sundance celebrado en enero de 1999. En dicho evento anual, se presentó el film de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez bajo un halo de misterio absoluto. Este documental presentaba el metraje encontrado de un grupo de estudiantes de cine que se había adentro en los bosques de Maryland para seguir la leyenda de la bruja de Blair y desaparecieron sin haber dejado más rastro que las cintas recuperadas un tiempo después. Sumado a la incertidumbre, el elenco figuraba en el material promocional como desaparecido o fallecido, lo cual generó un matiz morboso alrededor de la película. ¿Qué mostrarían esos videos que pudiesen esclarecer el paradero y destino final de estos tres jóvenes? ¿Cómo se podía presentar dicho material sin una investigación policíaca correspondiente? ¿Qué carajos sucedió en los bosques de Burkitsville?

Estamos hablando de una era donde estaba naciendo la Internet, tal cual la conocemos hoy en día, y el boca a boca era la manera más rápida de transmitir las noticias, así que una vez presentada en salas y tras haber aterrorizado a su público en sus escuetos 80 minutos de duración, el evento corrió como reguero de pólvora y, de la noche a la mañana, nació una leyenda. The Blair Witch Project no es el primer largometraje en utilizar el método del metraje encontrado, pero sí tiene el honor de considerarse como el pionero en utilizar una campaña de marketing a su favor, maximizando los pocos elementos que tenía a disposición para convertirlo en lo que hoy conocemos como una de las películas más rentables del cine comercial. Con un presupuesto total de $60 mil dólares, recaudó al momento de su estreno $248.6 millones, una cifra por la cual muchos productores echarían espuma por la boca, y que por ahora el estudio Blumhouse ha logrado replicar en sus proyectos de bajo presupuesto y máxima rentabilidad.

Si somos completamente honestos, el público de hoy en día no disfrutaría para nada de The Blair Witch Project. Después de todo, es casi hora y media de un grupo caminando en círculos por un bosque hasta encontrar su inexplicable ¿muerte? Pero mirándola de cerca, es para aplaudir de pie la labor de Myrick y Sánchez, que formaron un mito a partir de humo y abalorios de colores. El germen de toda la odisea fue el incipiente interés de los directores en dirigir un film que resultase palpable y muy afín a los documentales sobrenaturales, que creían causaban más pavor que un film de horror convencional. Con esa idea entre manos, se dispusieron a armar la enrevesada mitología, mientras que los diálogos serían dejados al azar con la improvisación del tercero protagonista. La pesada tarea de sufrir durante los ocho días de filmación recayó en Heather Donahue, Joshua Leonard y Michael C. Williams, quienes hoy en día son mártires inmortalizados en la historia del cine.

Lejos de ser un set común y corriente, la travesía de Heather, Josh y Mike fue aumentando de intensidad conforme transcurrían los días. Hay una gran química entre los tres, sobre todo en los primeros momentos de la película, con lo cual es más duro todavía ver cómo el grupo empieza a deshilacharse y a perder la cordura a medida que se adentran y se pierden más en los oscuros bosques. Si en pantalla parece que la histeria se adueña del grupo, es porque los actores fueron llevados a ese punto, alimentados con menos comida con cada día que pasaba, haciéndolos caminar en círculos durante un día entero y apenas dejándolos pegar un ojo. Este crescendo vil y manipulador ha dado vida a los mejores momentos de la película, donde las reacciones del trío son más que palpables. Después de todo, ¿quién no se moriría de miedo si escucha voces infantiles a las 3 de la madrugada en el medio de la nada?

Este paulatino descenso hacia la locura es uno de los aspectos más logrados de The Blair Witch Project, donde la economía de recursos se exprimió al máximo, momentos donde se siente la atmósfera tensa y la desaparición de Josh quiebra al grupo. Con la llegada de Heather y Mike a la casa abandonada, en medio de la misma nada, es donde la frutilla del postre es colocada, una escena cúlmine que dio lugar al tremendo monólogo de disculpas de Heather en primerísimo plano, y a uno de los finales más impresionantes de la historia del cine. ¿Exagero? Quizás un poco, pero es innegable el sentimiento de desesperanza creado por los directores, quienes inculcaron en el espectador el miedo a los desconocido y a las ideas que uno mismo se hace sobre lo que acecha en las sombras.

Tras su explosivo desembarco en Sundance ese enero de 1999, la productora Artisan compró los derechos y el 14 de julio del mismo año se estrenó comercialmente en cines, tras una intensa campaña de marketing viral nunca antes vista, que instó al público sobre la sombría realidad que vería en pantalla. La estrategia, muchas veces imitada y jamás igualada, la cimentó como una obra a estudiar y replicar. No por nada se le debe total crédito al resurgimiento del cine de terror estilo metraje encontrado. Es por eso que hoy, a 20 años de su estreno, seguimos alabando a The Blair Witch Project como una bisagra fundamental en la historia del cine. Tras dos décadas de vida, ¿cuáles son sus recuerdos y anécdotas sobre la película?

Lucas Rodríguez

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