Crítica de Terminator: Dark Fate / Terminator: Destino Oculto

Sarah Connor y Grace, una híbrido de cyborg y humano, deberán proteger a una joven del Rev-9, un nuevo Terminator que viene del futuro.

Terminator: Dark Fate, Linda Hamilton, Arnold Schwarzenegger, Sarah Connor, Terminator

Terminator es una franquicia definida por los regresos. La vuelta atrás en el tiempo como motor de la trama, la promesa del regreso como frase icónica del personaje. Por lo tanto, tiene total sentido que Terminator: Dark Fate sea una película cargada de ellos, en todo aspecto posible. El más evidente es el del retorno de la Sarah Connor original, porque Arnold Schwarzenegger acompañó a la franquicia a lo largo de estos 35 años que separan a la primera parte de la última. El más interesante es el de James Cameron, que retoma su creación no como director sino como productor ejecutivo, vinculándose al desarrollo de una de estas películas por primera vez desde 1991 -y borrando las tres últimas entregas en el proceso-. El más obvio es el del argumento, que recupera elementos de los dos clásicos para reconfigurar un nuevo relato. Es con cierto descaro que se recicla Terminator 2: Judgment Day, dándole así un giro para otra generación, con un resultado digno que la posiciona con comodidad por encima de otras fallidas entregas.

La máquina de Hollywood no se detiene y propone el tratamiento Star Wars: The Force Awakens para abrir otra trilogía, con personajes del pasado que se suman para apuntalar una historia diferente centrada en caras nuevas. Es uno de los principales aciertos de Dark Fate el hacer un buen desarrollo de la heroína Dani Ramos, permitiendo su crecimiento como personaje antes de lanzarla de lleno a esta guerra por el futuro de la humanidad. La representación importa y esta tiene lugar en México, lo cual propone un paso adelante y un bienvenido cambio de aire -con actores colombianos, españoles y mexicanos, claro, dado que si bien viene a asumir su lugar como indiscutida tercera parte en la serie, hay otras tres películas en el medio y el desgaste era evidente.

Sin embargo, la carta ganadora de Destino Oculto es Linda Hamilton. No hay que menospreciar al resto del elenco. Natalia Reyes cumple en el papel que se le impone, Mackenzie Davis está muy bien como la salvadora enviada desde el futuro y Gabriel Luna es un buen relevo del implacable Terminator T-1000 de Robert Patrick. Pero Sarah Connor está de regreso para reclamar su lugar en la historia del cine como el personaje femenino rudo por excelencia, con su rostro como un testamento del paso de los años y de la experiencia recogida en ellos. La franquicia es una que ha reescrito su futuro de forma constante y aquí se encuentra la vuelta como para contar algo diferente y mantener el canon de las anteriores, a la vez que se toman algunas decisiones audaces.

Terminator: Dark Fate, Linda Hamilton, Arnold Schwarzenegger, Sarah Connor, Terminator

Se carga de grandes secuencias de acción e impactantes set-pieces, nada que no se haya visto con anterioridad, incluso dentro de la propia franquicia –esta recupera la sangre y ese tono restringido que se perdió sobre la marcha para apelar a otro público-. Tim Miller logró algo con Deadpool que no se termina de apreciar aquí, más allá de que se pueda rastrear algo de su estilo -la lucha en la autopista, la forma de pelear del Rev 9-. Es difícil adueñarse de una obra que alguien ha vuelto un ícono y de un plumazo borrar lo hecho por otros durante más de 15 años. Pero el ritmo de Dark Fate es constante y logra mantener el nivel de entusiasmo durante sus más de dos horas de duración.

Y las elecciones que se toman  -en las que no vamos a ahondar para no revelar spoilers- son bien interesantes como para sumar al núcleo de la franquicia. Herederas de las dos películas anteriores, se ofrece algo nuevo a partir de explorar las variantes propuestas anteriormente. En base a eso es que se diseñan los personajes de Dani Reyes, Grace y el T-800 de Schwarzenegger, en tanto que las vueltas de la historia tienen un directo impacto en Sarah Connor, con nuevos conflictos y un desarrollo hacia adelante.

Terminator: Dark Fate recicla ideas como se ha hecho en la franquicia a lo largo de las décadas. Eso no es algo negativo si se considera que Terminator 2: Judgment Day es un ejemplo cabal de que las secuelas no siempre son peores, habiendo encontrado la forma de reiterar con inteligencia algunos elementos aplicados en la original. Y esta trata de hacer algo similar, minando todo lo que puede sacarle a T2 -incluso abre con una escena de aquella y «homenajea» otras tantas-. Celebra el legado, a la vez que busca forjarse su propio terreno y dar el espacio a otra trilogía. Más allá de su condición de innecesaria o de estar lejos de la calidad de las primeras, el resultado de este nuevo regreso es más cercano a lo deseado. Si la taquilla acompaña, su objetivo está cumplido.

6 puntos

 

 

 

 

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