Sam Neill: cinco películas suyas que no deben perderse

Porque su carrera es mucho más que Jurassic Park

Sam Neill

Para muchos es bien conocido como el doctor en paleontología Alan Grant de Jurassic Park(1993), para otros como el padre de familia en Bicentennial Man (1999), y algunos lo tendrán como el segundo al mando del submarino Octubre Rojo. Lo cierto es que el neozelandés Nigel John Dermot «Sam» Neill tiene a cuestas una descomunal cantidad de films tanto en la pantalla grande como en la televisión que encandila a más de uno. Sea por sus protagónicos como por sus roles secundarios, pocos actores poseen este magnetismo visual.

Con nacimiento en Irlanda del Norte, tiene asimismo nacionalidad británica, irlandesa y neozelandesa, aunque según sus palabras se identifica más con esta última. Y aunque se lo tome de carácter apacible y sosegado en todos sus personajes, Neill no sólo apoya abiertamente a organizaciones no gubernamentales como Greenpeace y World Wildlife Fund sino también defiende firmemente la legalización del cannabis, siendo alguna vez arrestado por su activismo.

Nacido un 14 de septiembre de 1947, hoy el irlandés está de festejo, con lo que lo celebramos con un repaso de aquellas películas suyas que no son tan conocidas por el público en general, pero que todo cinéfilo que se precie de serlo debe ver.

 
My Brilliant Career (1979)

My Brilliant Career, Sam Neill

Sibylla (Judy Davis) es una joven australiana que tiene la oportunidad de casarse con un pretendiente rico y amigo de la infancia, a quien rechaza con el fin de mantener su independencia para así poder escribir su libro. Basada en la novela homónima de principios del siglo XX del australiano feminista Miles Franklin, éste fue el coprotagónico que lanzó a Neill a la mirada de varios directores para futuros proyectos. Con un claro mensaje contra el sexismo, el film presenta al neozelandés como un elegante ricachón que cotejará a Sibylla como todo un caballero, entendiendo que ella quiere mantener su independencia. Una captura sensible y también adelantada a la época del cine australiano sobre cómo pensar fuera del marco ideológico establecido y ser fiel a uno mismo.

Omen III: The Final Conflict (1981)

Sam Neill, Omen III: The Final Conflict

Damien Thorn ya tiene 32 años y se convirtió en un ser frío y calculador engendrado por el Diablo. Ansía llegar a la presidencia y dominar al mundo por lo que, para conseguirlo, asesinará a todo el que se interponga en su camino, sea amigo, enemigo, discípulo o amante. Si bien careció de la ambientación y el suspenso por el que sobresalieron sus predecesoras, esta tercera parte destacó no solo por su banda sonora (del majestuoso Jerry Goldsmith) sino por sus actuaciones; particularmente la de Neill, quien con un benévolo y bondadoso rostro se nos presentaba como la encarnación misma del Mal. Solo necesitaba esbozar apenas una pequeña y maléfica sonrisa y el cambio era total.

In the Mouth of Madness (1995)

Sam Neill, In the Mouth of Madness

Siguiendo con el género de terror y de la mano de John Carpenter el film nos acerca a John Trent (Neill), un cínico investigador que sigue el rastro de Sutter Cane, un escritor que desaparece y que, a través de sus novelas de horror, ejerce un extraño poder sobre sus lectores. Lo que parece a primera impresión como una película de terror poco a poco va dando paso a una autorreflexión sobre el mismo y los fenómenos extraliterarios, con gran influencia de relatos de H. P. Lovecraft.

La obra de Carpenter alude a una dura crítica a la sociedad de consumo en la que vivimos y que determinará nuestro final. Y hablando del final… no muchos llegarán lo suficientemente cuerdos para este.

Snow White: A Tale of Terror (1997)

Sam Neill, Snow White: A Tale of Terror

Cuando los hermanos Grimm hicieron su primera versión de este clásico suavizaron mucho la historia original, ya que era mucho más despiadada y cruel. Desde ahí en adelante muchos directores llevaron a la pantalla su propia interpretación, pero este largometraje es justamente uno de los pocos que fueron más fieles al cuento. Nada de delicadezas y sensibilidades. En este telefilme estadounidense, una niña que queda huérfana tras la muerte de su madre al nacer observa cómo su padre (Neill) contrae matrimonio con una mujer (Sigourney Weaver) que lleva consigo un misterioso espejo, el cual será responsable de varias atrocidades. Ideal para cortar con tanta dulzura a la que nos tienen acostumbrados los productos de Disney y presenciar una visión diferente y, de hecho, más auténtica.

Dean Spanley (2008)

Sam Neill, Dean Spanley

Recibiendo de la crítica una ovación, esta cinta neozelandesa pasó bastante desapercibida para el público en general. Una obra que es puro guión, con actuaciones deslumbrantes no solo de Neill sino también de Peter O’Toole. La trama se mueve en un formato de comedia surrealista con tintes de fantasía y explora las relaciones entre padre e hijo y entre dueño y perro mediante el mágico relato de las vidas de este último, contadas a través de un decano que rememora con pasión y nostalgia los detalles de una biografía muy especial. Desde el primer soliloquio de Neill el espectador permanece atento a cada palabra emitida mientras que la emotividad queda a flor de piel en todos los personajes. Un imperdible canto a la libertad que no debe faltar en tu listado de mejores películas.

¡Feliz cumpleaños, Sam!