El Marginal llegó a su fin luego de ocho capítulos, en los que los hermanos Borges tuvieron que volver a luchar para mantener su poder dentro de la cárcel de San Onofre y frenar así un nuevo intento de la denominada Sub-21 por derrocarlos.
Al igual que en la temporada uno y dos, un motín dentro de la excárcel de Caseros fue la excusa perfecta para el desenlace de los acontecimientos que se fueron gestando a lo largo de estos capítulos, y que en este caso sirvió también para finalmente retomar el orden cronológico correspondiente.
Porque vale recordar que los sucesos de la primera temporada del 2016 fueron seguidos por dos precuelas que sirvieron para conocer más a varios personajes, entender cómo llegaron hasta ahí y qué determinó su final.
La serie argentina producida por Underground alcanzó su tercera temporada en la Televisión Pública gracias al apoyo del público que se identificó y aprendió a querer a los personajes de Claudio Rissi (Mario Borges), Nicolás Furtado (Diosito) y Gerardo Romano (Antín).
Porque El Marginal no se caracteriza por tener un grandísimo guion, de hecho por momentos hace aguas. Hay previsibilidad y escasean los giros sorpresivos, sumado a que la decisión de realizar precuelas anticipaba que cada vez que los personajes principales estaban en peligro, resultarían airosos.
Lo que sí tiene, y aprovecha muchísimo, son sus figuras. El lenguaje corporal y sobre todo verbal de los reclusos, y también del director del propio penal, empatiza al instante con un espectador que rápidamente se suma a las filas de estos líderes que son capaces de traicionar a cualquiera sin presentar dudas.
Con Pablo Culell y Sebastián Ortega como los productores de este fenómeno nacional, las bases están firmes para que la historia de los Borges continúe en una cuarta temporada que ya está confirmada.
Luego de una condena a cadena perpetua por los crímenes y la impunidad con la que se manejaron los hermanos dentro de San Onofre, el cierre del último capítulo mostró que se hará un cambio de locación como consecuencia del traslado a una cárcel de extrema seguridad, donde Mario y Diosito ya no serán los jefes.
El futuro depara el regreso de Juan Minujín caracterizando a Miguel Palacios, el expolicía que pasó de ser un simple peón al rey de este nuevo recinto.
La historia de los Borges tiene mucho más para dar, se vendrán días difíciles para estos personajes que tantas veces se han levantado de las malas, sabiendo que del otro lado de la pantalla estará su público fidelizado aguardando por aquellos bellos milagros que los harán terminar como triunfadores.