Keanu Reeves da vida a un científico que está por hacer el descubrimiento más impresionante de la historia en materia de inteligencia artificial. Cuando en un viaje de fin de semana pierde a toda su familia, decide recuperarlos a partir de la clonación. Hasta ahí podría creerse que esta es una película atrevida, que pretende poner en jaque la ética de las personas y descubrir hasta dónde es capaz de llegar el humano para realizar las cosas que desea.
Replicas saca ideas de muchas otras propuestas como The 6th Day con Arnold Schwarzenegger, I, Robot con Will Smith o Ex Machina con Alicia Vikander. Todas producciones que abordan este tipos de tópicos, pero cada una con el género definido. En Replicas hay una mezcla mal hecha de géneros, que lleva a ciertas situaciones hasta el punto de lo risible.
William Foster es un científico que quiere replicar la mente humana de soldados, muertos en combate, en cuerpos sintéticos. Cuestionable desde la ética, pero a favor de la ciencia todo se vale. Por desgracia la película cae en todos los lugares obvios y jamás vemos una evolución en el personaje. A decir verdad, no evoluciona ninguno. Cada una de las replicas que hace Foster de su familia empieza a tener comportamientos extraños, pero se queda solo en eso… nunca explica el porqué. El personaje de Keanu Reeves da vueltas en el mismo lugar durante hora y media, para en los últimos 15 minutos resolver todo con un giro mágico sacado de la galera.
Replicas es pretenciosa y comete el error de pensar que con los efectos especiales, muy a lo Minority Report, podrían salvarse del inevitable fracaso -ni siquiera se puede elogiar a sus actores- Con un guion flojo y un director como Jeffrey Nachmanoff (Traitor) que nunca encontró el rumbo, tenemos a Keanu remando en dulce de leche toda la película para poder sacarla adelante.
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