Con el estreno de Teenage Mutant Ninja Turtles en agosto de 2014, ya se había anunciado que habría una secuela, independientemente del resultado comercial de esta reimaginación del nuevo milenio. Por supuesto fue un moderado éxito, que garantizó la rápida llegada de Teenage Mutant Ninja Turtles: Out of the Shadows a menos de dos años del estreno de la primera parte. Este raudo movimiento sonaba a apuro comercial y eso es muy cierto, pero también podía significar un descenso en calidad. Ahí es donde la secuela excede las expectativas.
Con un presupuesto apenas superior a su predecesora, la película de Dave Green -debutó en 2014 con Earth to Echo– difiere de la visión de Jonathan Liebesman lo suficiente como para resultar escandalosamente entretenida incluso bordeando las dos horas de duración, algo casi impensado hoy en día para películas apuntadas a los espectadores preadolescentes, para los cuales los quince segundos de los videos de Instagram son el medidor de atención por excelencia. Y no es que Green o los guionistas Josh Appelbaum y André Nemec hagan un trabajo sustancialmente innovador, sino que apuntan a las fortalezas que se vieron antes y recortaron lo que no sirvió del todo, en pos de entretener a toda costa.
El cuarteto de las alcantarillas y su inseparable amiga April O\’Neill esta vez se enfrentan al regreso de su enemigo Shredder, que se revela como un peón para un mal mayor, un ser de otra dimensión que amenaza con transportarse a la Tierra y causar estragos insospechados. Explorar temas mas profundos, como un suero que podría convertir a los hermanos en humanos y no vivir en las sombras por siempre, son apenas aristas que sirven para crear un poco de drama y desunión, pero no prosperan lo suficiente como para importar demasiado. Y tampoco debería. Son cuestiones introducidas para generar un poco de distensión entre tantas secuencias de acción, y está perfecto viniendo de factorías como Nickelodeon o Michael Bay. Si algo se aprende del visionado de la primera parte, es la de tomar a Out of the Shadows con la ligereza que la tomaría un chico de 12 años, y disfrutarla pese a su corto alcance de vida dentro de la cartelera atestada de productos de superhéroes que demandan mayor atención.
Liberados de las cadenas de pretensiones, el enfoque de aventura y acción de la secuela promete muchas escenas atronadoras, con un nivel de animación francamente interesante y el humor simplón que siempre caracterizó a la franquicia. Megan Fox no puede despegarse de la figura que siempre la caracterizó, y con su primera aparición en pantalla deja en claro que tampoco quiere hacerlo, luciendo sus encantos para perseguir los mantras indómitos de su intrépida reportera. Su compañero de aventuras, el Vernon de Will Arnett, se nota desplazado por la creciente figura del Casey Jones del ascendente Stephen Amell, que con el éxito de la serie Arrow y su resplandeciente juventud hace una pareja mucho más acorde para Fox que el comediante. También aporta su lado de estrella de acción en unas cuantas partidas contra Bebop y Rocksteady, figuras siempre presentes en la saga de dibujos animados. Sorprende además la aparición de una actriz dramática de renombre como Laura Linney en una propuesta del estilo, pero su participación como una detective no molesta para nada y le aporta un poco más de peso dramático al film.
Teenage Mutant Ninja Turtles: Out of the Shadows es un producto enteramente diseñado para un sector familiar y preadolescente de la platea, que sin duda alguna disfrutará mucho de esta nueva entrega en la renaciente saga. El resto puede sin duda alguna disfrutar de la acción a raudales que presenta la película, y para el sector fanático más acérrimo de las tortugas, siempre tienen la trilogía de los \’90 para regodearse con los personajes.
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