«Es fácil matar una película… sólo muévela a enero»
(Dr. Evil acerca de The Interview, Saturday Night Live, 2014)
Seventh Son debió haber visto la luz hace dos años y bajo el sello de Warner Bros., antes de ser demorada numerosas veces y pasar a Universal Pictures luego de que
Legendary rompiera el vínculo con la primera. Desde el vamos, un lanzamiento en enero no es prometedor, dado que se trata de una suerte de «mes vertedero» en el que los estudios estrenan algunas películas en las que no conservan ninguna esperanza o con las que no saben mucho qué hacer. Con 24 meses de retraso, entonces, llega a las salas una fallida adaptación de una novela fantástica, que podría sumarse a la infame lista de proyectos del género que intentaron abrir una exitosa franquicia, como Eragon, I Am Number Four, The Golden Compass o John Carter.
Ocurre que El Séptimo Hijo es, antes que nada, una película muy pobre. La cantidad de talento involucrada delante y detrás de cámara debería, en otras condiciones, ofrecer un producto notable, sin embargo la transposición del primer libro en la saga The Wardstone Chronicles de Joseph Delaney es un pésimo trabajo colectivo. El ruso Sergey Bodrov, de la nominada al Oscar extranjero Mongol, es quien tuvo a su cargo este festival de clichés del género, que contó con guión de Charles Leavitt (Blood Diamond) y Steven Knight (Eastern Promises). El último viene de firmar y dirigir Locke, uno de los thrillers más apasionantes del 2014 centrado en un hombre que no se baja de su auto y ve cómo toda su vida se derrumba a partir de llamadas telefónicas, no obstante en Seventh Son no hay ni una pizca de esa emoción ni algo que despierte sincero interés. Es un refrito de sobras de otros films más exitosos, que en ningún momento aspira a romper el letargo en el que está inmerso.
Julianne Moore y Jeff Bridges son los actores de peso que lideran a un elenco que en ningún momento sobresale y se caracteriza por la falta de química general. Ben Barnes, que nunca terminó de explotar como figura -los productores deben haber lamentado haber dejado ir rápido a Kit Harington, que es más conocido-, y una joven en ascenso como es Alicia Vikander no hacen creíble su floreciente relación porque tampoco tienen mucho con qué trabajar. El guión es llamativamente limitado y el film se toma demasiado en serio como para funcionar. No hay espacio para la comedia o para que esta respire, más allá de que Bridges vuelva a capitalizar a su Rooster Cogburn de True Grit, como ya había hecho en la fallida R.I.P.D..
El combo se completa con unos efectos especiales que no resaltan y que se pueden encontrar en cualquier producción del género, pero que en este caso se ven mucho peor. Por alguna extraña decisión de los realizadores, el film está pasado por un filtro tipo Instagram que apunta a generar una sensación de antigüedad, pero lo único que logra es un malestar visual que afecta el trabajo de Rhythm and Hues Studios -compañía ganadora del Oscar por Life of Pi, que entró en una famosa quiebra durante el trabajo en este proyecto-.
Seventh Son es torpe en su construcción pero dinámica en su desarrollo, con lo cual no es un paquete imposible de digerir, por más flojo que sea. El hecho de que el Maestro Gregory tenga solo una semana para entrenar a su nuevo aprendiz acelera todos los tiempos, con lo que su avance no es aburrido más allá de que sea algo visto incontables veces. En el baúl de lugares comunes del que dispone se puede encontrar alguna leve sorpresa, una flor en el pantano, pero están lejos de ser suficientes como para mejorar el resultado final. Es una adaptación decididamente pobre de esas que muchos estudios quisieron encarar para reemplazar a Harry Potter como nueva franquicia lucrativa para jóvenes adultos. Que pase la que sigue.
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