Aunque sea un dios en el mundo de las historietas y un ícono popular alrededor del mundo, hay algo que nunca me cautivó del personaje de Superman. No sé que será, pero no me afectó tanto que tras la versión del 2006 de Bryan Singer se haya gestado un nuevo origen, como sí tengo que admitir que me picó la reintroducción de Spider-Man tras la trilogía de Sam Raimi. Tenía que llegar la dupla de Zack Snyder y Christopher Nolan para sacudir el polvo y que finalmente saliera a relucir lo mejor del personaje, para traerlo a las grandes ligas con una historia fresca y repleta de adrenalina.
Que Nolan esté detrás de Snyder en esta adaptación no es una casualidad. Actuando como productor ejecutivo, controla desde las sombras que Superman no se eche a perder y que el director se vea enfocado y no recaiga en el fracaso que resultó ser -narrativamente hablando- Sucker Punch. Lo que a primera vista puede parecer un espectáculo visual impresionante y una demoledora demostración de cine de acción con superhéroes –Man of Steel no tiene nada que envidiarle a The Avengers– se ve equilibrado por una historia sencilla y muy intimista, que recalca siempre el peso del consejo familiar en el héroe, tanto por sus padres biológicos como por los adoptivos. El ambicioso guión de David S. Goyer -siempre mejor escritor que director- comienza con todas las de ganar, con un prólogo donde el caos reina en los últimos momentos del planeta Kryptón y el Jor-El de Russell Crowe llena la pantalla con toda su sabiduría y poderío actoral. Sus escenas sirven para dar un vistazo general al mundo de donde proviene Superman e introducir así en la trama al villano principal, el General Zod. A pesar de pecar de sobreactuado por momentos, el antagonista encarnado por Michael Shannon tiene motivos que no resultan descabellados para perseguir al Hombre de Acero, y ese detalle eleva el argumento un poco más.
Siguiendo una narrativa desestructurada que le sienta bien a la trama, Snyder sigue construyendo poco a poco lo que es una historia de orígenes que no cae en los típicos lugares comunes. El Clark Kent de Henry Cavill tiene obviamente un cuerpo esculpido hasta el detalle, una sonrisa adorable y un brillo especial en los ojos, detalles que lo ayudan bastante tanto en las escenas ligeras como en las más dramáticas. Comenzando con él y terminando en una lista larga le sigue el resto del elenco, elegido minuciosamente de entre lo mejor del mercado, como la intrépida Lois Lane de Amy Adams, que no es una damisela en apuros, y los Kent en los maravillosos Kevin Costner y Diane Lane. Si a este combo le agregamos los sólidos secundarios de Laurence Fishburne, Ayelet Zurer y Christopher Meloni, entre otros, por el lado del casting no hay que preocuparse en lo más mínimo.
La duración de 143 minutos apenas se siente en Man of Steel. Snyder está tan concentrado y ha logrado focalizar las prioridades tan correctamente que desde los momentos iniciales hay tensión, y en los últimos cuarenta minutos esta explota cuando Metrópolis se ve asediada por las fuerzas kryptonianas renegadas. Sin toques de cámara lenta forzados ni grandes aspavientos, pero sí con un despliegue visual y sonoro abrumador -cortesía de una inspirada banda de sonido compuesta por Hans Zimmer– Superman renace nuevamente y con más poderío, esperando poder marcar un antes y un después en la carrera meteórica del superhéroe.
Man of Steel es un gran puntapié inicial para una franquicia -mínimo una trilogía- en la cual la historia del personaje pueda ser contada nuevamente pero con un tono verídico y realismo pocas veces visto. Zack Snyder, volvemos a confiar en vos.
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