La amistad es, según la RAE, el «afecto personal, puro y desinteresado compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato». Mucho se ha nutrido el arte de la amistad. Grandes escritores se han inspirado en ella, como Pablo Neruda, Emily Dickens o, según el falso poema que circula hace años por las redes, Jorge Luis Borges.
Los músicos dedican desde siempre sus rimas a los amigos, del infaltable himno argentino de los Enanitos Verdes hasta el solemne legado de Queen.
Pero de lo que quiero hablar en esta ocasión es, obviamente, del cine. De esas películas que han rendido culto a la amistad en todas sus variantes y formas. Esas que han marcado generaciones y aquellas que nos hicieron y hacen emocionar.
Si le pedimos a alguien que nos recomiende una película sobre la amistad, es muy probable que la primera que venga a su mente sea alguna sobre un grupo de amigos, niños o adolescentes. Y es que el séptimo arte nos ha regalado enormes clásicos con esta temática. Pero la realidad es que la amistad se puede manifestar en muchas formas y de muchas maneras. Existe claro, la amistad entre un grupo de niños o jóvenes; entre dos hombres o dos mujeres, entre ambos sexos, entre un niño y un anciano, entre personas de distinta raza, edad, creencia o condición social y, por supuesto, también entre humanos y animales -o criaturas extrañas, por qué no-.
Así que vamos entonces a inundarnos de ese noble sentimiento y repasar los más hermosos ejemplos de amistad que el cine nos ha regalado.
Si hablamos de películas de grupos de amigos, los dos más grandes exponentes los encontramos en la década del ’80. Me estoy refiriendo concretamente a dos clásicos indiscutidos, Los Goonies (The Goonies, 1985) y Cuenta conmigo (Stand by me, 1986). Ambas nos muestran a un grupo de amigos que emprenden una travesía que los lleva a vivir mil aventuras, mientras fortalecen sus vínculos de amistad. Los Goonies fue dirigida por Richard Donner (Superman, Arma Mortal) con guion de Chris Columbus (Gremlins) y la producción de Steven Spielberg. Definitivamente había equipo. Pero Cuenta conmigo no se queda atrás. Basada en un cuento corto de Stephen King –«El cuerpo», publicado en 1982 como parte de la antología Las Cuatro Estaciones-, estuvo dirigida por Rob Reinner (Cuando Harry conoció a Sally, Misery). Mucho más cercana en el tiempo, encontramos la nueva versión de IT, dirigida por el argentino Andy Muschietti, cuya primera parte llego en 2017 y con varios puntos en común con la película de Reiner, quizás por tratarse también de una adaptación de un libro del Rey del Terror. Lo cierto es que tanto público como critica se rindieron a la historia de este grupo de amigos marginados, superando adversidades y fortaleciendo sus vínculos, dejando a todo mundo ansioso a la espera del estreno de la segunda parte, ya con la versión adulta de estos inseparables perdedores enfrentando al escalofriante Pennywise.
Pero el cine también nos ha demostrado, con creces, que la amistad puede surgir entre dos personas a pesar de los años que pueda haber entre ellos. Ejemplos en la gran pantalla de este tipo de relación abundan, pero me enfocaré en los que, en mi opinión, más impacto han causado, logrando persistir el paso del tiempo.
Cuando un adolescente tímido se muda a California con su madre, los problemas para encajar serán evidentes y sus esfuerzos para evitar las peleas lo llevaran a relacionarse con un anciano de apariencia austera y meditabundo, que le enseñará mucho más que karate, forjándose entre ellos una relación irrompible. La película en cuestión es, por supuesto, Karate Kid (The Karate Kid, 1984), dirigida por John G. Avildsen (que venía de ganar un premio Oscar en 1976 por Rocky), y que llevo a su joven protagonista, Ralph Macchio, directo al estrellato -y a la pared del cuarto de miles de jovencitas alrededor del mundo-. A esta le seguirían sus dos secuelas, en 1986 y 1989, perdiendo poco a poco la magia lograda con la primera. Magia que se terminó de desvanecer en 1994 con un intento malogrado de exprimir un poco más la franquicia. Eso no impidió que Will Smith intentara resucitarla para las nuevas generaciones, poniendo a su hijo Jaden como protagonista y reemplazando al Sr. Miyagi de Pat Morita por el siempre rendidor Jackie Chan. Los resultados fueron auspiciosos económicamente -más de 350 millones recaudados mundialmente-, pero el chiquito Smith está ocupado haciendo música y no hay pensada una secuela, sobre todo con el éxito que cobró Cobra Kai.
Para la siguiente tenemos que viajar a Italia, para encontrarnos con la ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera en 1988, Cinema Paradiso. En ella nos adentramos con una sutileza y profundidad hipnóticas, en la relación de un pequeño niño y un anciano que trabaja con el proyector de un viejo cine, dejándonos llevar por nuestras emociones, acompañados por la sublime música del genio Ennio Morricone.
Pero no sólo las lágrimas pueden crear una gran historia de amistad, como lo demostró Chris Columbus -ahora en su rol de director- en Mi pobre angelito (Home Alone, 1990) y Mi pobre angelito 2 (Home alone 2, 1992). En ambas películas, mas allá del sinfín de enredos y situaciones muy divertidas (y dolorosas) que atraviesan un par de ladrones a manos de un pequeño niño (Macaulay Culkin), se muestra como Kevin entabla relaciones entrañables con su vecino, el viejo Marley (Robert Blossom) en la primera, y con una extraña mujer sin hogar y cubierta de palomas (Brenda Fricker) en la segunda. Ambas películas tienen un paralelismo singular, comenzando con sentimientos de miedo hacia lo desconocido y terminando con una amistad sincera, responsables de los mayores momentos de emoción de cada una de ellas.
Y si hablamos de miedo, no podríamos dejar afuera a esa joya de fines de los ’90. Me estoy refiriendo a Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999). En el film de M. Night Shyamalan, un atormentado niño (Haley Joel Osment) forja una profunda amistad con su terapeuta (Bruce Willis), en una historia atrapante y emotiva, con un final inesperado que se convertiría en el sello del director.
Y para terminar de ejemplificar este tipo de amistad, recurrimos a la infalible compañía creadora de magia, Disney-Pixar, que con su inolvidable Up – una aventura de altura (UP, 2009) nos demostró, una vez más, porqué son los líderes indiscutidos en el rubro. Ya desde el inicio la película nos rompe el corazón, conociendo la historia del Sr. Fredriksson y el porqué su afán en visitar las Cataratas del Ángel, emprendiendo un viaje en globo con su casa a cuestas, y un pequeño polizonte, Russel, un adorable boy-scout que terminará por ganarse el corazón de ese viejito amargado… y el de todos nosotros para siempre.
La Amistad es universal, y puede unir de manera inseparable a personas de distinta raza, credo o condición social y el cine se ha encargado de recordárnoslo en muchas oportunidades. Uno de los exponentes más importantes es la adaptación de un cuento corto de Stephen King, llevado al cine en 1994. Estoy hablando de Sueños de libertad (The Shawshank redemption), protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. Un film maravilloso que nos muestra como nace y se fortalece esta amistad entre dos personas totalmente distintas, en un ambiente inhóspito como una cárcel. Algo similar, o al menos con muchos puntos en común, se da con otra película del mismo director, Frank Darabont, basada también en un relato corto del Sr. King. Me refiero a Milagros inesperados (The green mile, 1999) con Tom Hanks y el enorme Michael Clarke Duncan, que nos dejó demasiado pronto.
Fuera ya del ámbito presidiario, el cine nos regaló un duelo de gigantes en el año 2007, cuando Jack Nicholson y Morgan Freeman protagonizaron Antes de partir (Bucket list) y provocaron que más de uno casi se deshidrate en el cine con una historia tristemente hermosa, de dos personas transitando el fin de su vida, apoyándose el uno en el otro y aprendiendo de cada uno hasta el final. Su director es, para variar, Rob Reiner, que como verán conoce mucho del tema de la amistad.
Claro que no puedo dejar de mencionar a la película francesa Intouchables de 2011, que cuenta con múltiples versiones en distintos países, elencos e idiomas; como la americana de 2017 llamada The Upside, con Kevin Hart y Bryan Cranston, o la local Inseparables (2016) con Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna en los roles principales. Con pequeñas variaciones en el trasfondo de los personajes, la historia es básicamente la misma, un hombre mayor de posición acomodada queda tetrapléjico y decide contratar como asistente a la opción menos lógica, alguien de otra raza, otra situación económica y sin preparación, y entre ellos nace un vínculo irrompible y un camino de aprendizaje mutuo.
Y dejo para el final a esas películas que nos mostraron que, para que nazca la amistad, no hace falta siquiera que ambos sean humanos. Así, el cine nos ha regalado hermosas y conmovedoras historias de amistad entre humanos y perros, en películas como Siempre a tu lado – Hachiko (Hachi: a dog’s tale, 2009) con Richard Gere, o La razón de estar contigo (A dog’s purpose, 2017) con Dennis Quaid, mostrando un lazo tan fuerte que vence la muerte… del dueño o del perro, según la película.
Tenemos historias de amistad entre humanos y aves, como en Rio del 2011, humanos y orcas, como en Liberen a Willy (Free Willy, 1993) o equinos, como en Caballo de Guerra (War Horse, 2012). Incluso historias de humanos y extrañas criaturas como E.T. el extraterrestre (E.T. the extra-terrestrial, 1982), la inmortal película del genial Steven Spielberg, Han Solo y Chewbacca en la saga Star Wars o Boo y Sully en la mágica Monsters, Inc (2001).
Lo cierto es que la sensación de comodidad estando en silencio junto a otro, esa necesidad de dejarlo todo y brindar el hombro y la oreja para alguien más, ese sentimiento de ser comprendido sin ser juzgado… no nos cansaremos nunca de ver reflejado en la gran pantalla todo eso y más que significa la verdadera amistad, para emocionarnos una y otra vez y agradecer por esas personas tan especiales que están a nuestro lado.
Feliz día del amigo.