Curiosamente, Adam Sandler ha demostrado que puede ser un buen actor bajo las órdenes de un director adecuado, como lo es el sutil Noah Baumbach o el sobresaliente Paul Thomas Anderson, pero Murder Mystery cae justamente en ese error: Kyle Newacheck es un cineasta más que limitado y jamás ofrece algo a la altura de su premisa. Y, pese a eso, la película está lejos de ser la peor colaboración entre el actor y Netflix, ya que solo se trata de una ligera -y poco memorable- aventura al puro estilo de Happy Maddison, con locaciones exóticas, gags insípidos y un elenco inmediatamente reconocible.
Nick y Audrey Spitz son un tradicional matrimonio de neoyorquinos; ella es una estilista de cabello que desea la pasión marital que no le ofrece su pareja, un oficial que ha fallado por tercera vez su examen para convertirse en detective, aunque él prefiere ocultar esto. Pero cuando su 15º aniversario de bodas llega, ambos se embarcarán hacia un viaje a Europa que cambia de rumbo al conocer a Charles Cavendish (Luke Evans), un viajero de primera clase que les invita a pasar sus vacaciones en un lujoso yate. Sin saber muy bien cómo llegaron a tal situación, su soñada travesía se transforma en una trama de misterio -al puro estilo de Agatha Christie– cuando se ven inmiscuidos en un asesinado del cual son sospechosos.
La razón por la que Murder Mystery llama la atención sobre otras producciones de Sandler con la plataforma de streaming es, sencillamente, Jennifer Aniston. Ambos ya habían mantenido cierta buena química en Just Go With It, una capaz de sostener una comedia tan desatinada como en las que suele involucrarse el actor. Se podría decir que son los únicos que salen bien parados en el equipo frente a cámaras, pues el resto de «sospechosos» en esta barata novela de misterio son, en el mejor de los casos, desaprovechados. Llama la atención el caso de Gemma Arterton, quien siempre se ve involucrada en las peores bromas junto a Adeel Akhtar, mientras que el mexicano Luis Gerardo Méndez logra salir mejor parado no gracias a su interpretación, sino a la intencional desconexión de su personaje con la situación que le rodea.
Por su parte, el guion escrito por James Vanderbilt -quien firmó el libreto de la sensacional Zodiac– también se queda corto en cuanto a sus ambiciones, pues ni el humor como la intriga llegan a ser palpables por un pecado en común: son previsibles. Se le puede elogiar que jamás pretende alargar su trama y que su poco menos de hora 40 de duración es, como mínimo, tan entretenida como para evitar cambiar de película. También se hace evidente que no fue un proyecto tan barato como parecería -si algo como Grown Ups 2 costó 80 millones de USD, ¿por qué esto no?- y la variedad de escenarios es llamativa, pues luce desde las bellas calles de Italia hasta el lujoso yate del asesinato.
Murder Mystery está tan lejos de ser la mejor comedia de Sandler como de la peor, pues tiene los justos elementos para hacerla llevadera, mas no disfrutable. De hecho, en caso de estar ávidos de buen humor con una atinada química romántica, la muy buena Long Shot -que convenientemente está en cines- es una mejor opción para reír un par de horas mientras se acompaña a sus protagonistas en un viaje no menos vistoso.
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