El duro paso de la idílica infancia a la árida adultez sirve como marco en la ópera prima de Brie Larson como directora, en un año que parece ser un punto de inflexión en su carrera. Su duro paso por festivales se realizó a lo largo de 2017, pero ha sido Netflix –aprovechando el inimitable éxito de Captain Marvel– quien ha decidido llevar a la película al siempre cómodo acceso de la sala del hogar. Es así como la actriz estrenó Unicorn Store, su comedia dramática con exceso de brillantina pero, a la vez, con un espíritu honesto que termina por ser su mayor fortaleza.
Larson, más allá de ponerse detrás de cámaras, interpreta al papel de la protagonista, Kit; una estudiante de arte que al tener seguidos y estrepitosos fracasos en su carrera –siendo vilmente criticada por el primer artista que puso un palo en una caja-, decide embarcarse en la búsqueda de un trabajo serio y adulto. No obstante, este llamado a la madurez se ve interrumpido cuando recibe una carta de «La Tienda», un parafernálico negocio –comandado por Samuel L. Jackson– que promete darle lo que más desea en la vida: un unicornio. Es así como la ambivalencia de conseguir su preciado deseo de la infancia y, a la vez, la lucha por escalar en un sistema aparentemente serio la llevan a una serie de giros en su vida, no sin perder su distintivo sentido del humor.
Para ser una película que a primera vista luce como un utópico relato de superación, el guion de Samantha McIntyre se permite avanzar con un tono positivo mas no idealizado, o al menos mucho menos de lo que su pastel primer avance sugería. A lo largo de los más que digeribles 90 minutos de duración, Kit va trastabillando en sus decisiones e, inclusive, se ve inmutada ante algunos de sus fracasos, pero el deseo del preciado unicornio se mantiene como motor de la historia. Sin embargo, el llamativo desarrollo sí que llega a verse afectado por el mismo tono de la historia, pues a la hora en que el drama debiera florecer entre sus personajes, termina en poco más que una fútil serie de conversaciones que, aunque dotadas del inmenso carisma de Larson, debilitan a la película donde más fuerza debería cobrar.
Pero, después de todo, este es el debut de una actriz que ya ha dado fe de su talento frente a cámaras, con lo que la atención recae en su dirección. Para esta, entre un dedicado equipo que procura mantener la magia ante un evidente bajísimo presupuesto, Larson colaboró con Brett Pawlak en la fotografía, quien se encarga de exprimir al máximo a la colorida propuesta. En especial destaca la llegada de Kit al lugar atendido por un francamente desperdiciado Samuel L. Jackson, que si bien está lleno de carisma se queda en apariciones anecdóticas. El resto del elenco, conformados por un deliberadamente acartonado Hamish Linklater, los siempre correctos Bradley Whitford y Joan Cusack, el ascendente Mamoudou Athie y Karan Soni, hacen un buen trabajo, aunque siempre ensombrecidos por la actriz.
Al final, Unicorn Store es un sencillo proyecto de un talento con el potencial de brillar con una carrera detrás de cámaras. Para la plataforma, al igual, es una carismática suma a su variado catálogo, el cual da la oportunidad de llevar al moderado éxito a obras que no lo tendrían en salas de cine.
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