Las dictaduras latinoamericanas son heridas que siguen abiertas. Siguen abiertas porque muchos de los responsables están libres, porque varios ni siquiera fueron juzgados. Pero, sobre todo, siguen abiertas porque todavía duelen, porque debemos hacer un ejercicio de memoria constante para no olvidar lo que pasó, porque la mayoría de esas historias no tuvieron un final feliz. El arte en general, pero en este caso el cine, suele servir para esto. En cierto punto contar lo que nos pasó ayuda a sanar, pero no por eso es fácil de hacerlo o de verlo. La Noche De 12 Años entra dentro de este ejercicio tan necesario para nuestro continente, pero esta vez no duele tanto. Y no lo hace porque, además de las brillantes actuaciones y de ser una película sublime, sabemos que, por lo menos esta vez, el final fue para mejor.
La dictadura uruguaya -así como todas las que estuvieron al frente del continente durante las décadas del ’70 y ’80- apuntó principalmente contra las organizaciones políticas y sociales. Acá se narra la historia de tres dirigentes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros que fueron apresados en 1973 y mantenidos en condiciones inhumanas, sometidos a torturas físicas pero sobre todo psicológicas, hasta su liberación en 1985. El calvario sufrido por José «Pepe» Mujica (Antonio de la Torre), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort) es narrado por primera vez en el libro «Memorias del Calabozo», de Rosencof y Fernandez Huidobro, publicado en 1987. 30 años después de su publicación, el uruguayo Álvaro Brechner dirigió y escribió el guión de una de las películas más impactantes del 2018.
Más allá de la función testimonial y biográfica de las vivencias de los protagonistas, logra transmitir al espectador esa sensación de encierro, de estar al borde de la locura. De desesperación, pero también de esperanza. De que el intento de quebrarlos, destrozarlos por dentro y por fuera, fue un fracaso. Un film sumamente emocional, en el que las actuaciones ponen la piel de gallina desde esa primera toma en que la cámara gira sobre sí misma mientras suena «Siga el Baile» a todo volumen, en tanto se muestra a los militares reventando a palos a los prisioneros que sacan de las celdas con capuchas en la cabeza. Si bien los tres protagonistas realizan interpretaciones sorprendentes –y todos se sometieron a una pérdida de peso significativa-, la del español de la Torre es definitivamente la más impresionante. No serán pocas las veces que sus escenas quiebren al espectador y lo hagan terminar en llanto.
La historia no sólo narra los 12 años de encierro, sino que a través de algunos flashbacks y saltos temporales nos muestra el antes, cómo fueron detenidos y un poco de sus vidas personales. Este recurso que es usado hasta el hartazgo en muchas producciones puede llegar a marear y, si no está bien utilizado, a confundir. Todo lo contrario sucede con la película de Brechner, que al no hacer abuso de esta herramienta le agrega profundidad e importancia a todo lo que está contando. Con un montaje pocas veces visto en películas latinoamericanas y una edición de sonido y una dirección de fotografía que logra transmitir incluso más que las actuaciones, La Noche de 12 Años no es sólo una gran película, es una película necesaria. No sorprende que haya sido aplaudida por más de 20 minutos en el Festival de Venecia y que sea la representante de Uruguay para los Oscar.
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