“Es una ficción que tiene medias verdades y algunas mentiras… Es tan ridícula que da para la risa. Esa es la impresión que me quedó”, declaró en 2006 el portavoz del ahora Papa Francisco al salir de la sala donde se proyectaba The Da Vinci Code. El abogado que presentó la primera acción judicial argentina en contra del film se dio a conocer como «católico apostólico romano, afectado por la película» -el profesional quería que las distribuidoras aclararan que se trataba de una ficción-. Tanto el proyecto dirigido por Ron Howard como el libro homónimo en el cual se basa generaron infinidades de polémicas. Representantes de la mismísima Iglesia católica y portavoces de diferentes comunidades cristianas cuestionaron la veracidad de las teorías propuestas, basadas en la historia del cristianismo. La cuarta novela de Dan Brown, segunda protagonizada por el profesor Robert Langdon -publicada en 2003-, alcanzó más de 80 millones de ventas en todo el mundo. A la película le fue igual de bien: recaudó casi 760 millones de dólares. Diez años después de este boom, y de la mano de la misma dupla director-actor, llega a los cines Inferno.
Al principio fue Leonardo Da Vinci, luego la secta de los Illuminati y esta vez es el turno de La Divina Comedia, de Dante. Pero a no confundir, si bien la primera película que se estrenó de la trilogía de Dan Brown fue The Da Vinci Code, Angels & Demons -segunda de la serie cinematográfica- fue la primera que salió publicada como novela. En 2013, las calles de Florencia sirvieron como inspiración a Brown para crear su sexta y última novela: Inferno. De todas maneras, la mayor parte del rodaje se llevó a cabo en Budapest y no en la ciudad italiana. La mitad de la población del mundo corre peligro a causa de un virus creado por un multimillonario obsesionado con la superpoblación. La participación del profesor Langdon, interpretado nuevamente por Tom Hanks, se hace útil por la aparición de símbolos y misterios históricos, que lo llevan al mundo de Dante y sirven como pistas para develar los secretos y abatir a los villanos.
Al igual que en las dos anteriores, a Langdon lo acompaña una bella dama. A Audrey Tatou y Ayelet Zurer las sigue Felicity Jones, una actriz que atraviesa un buen presente. Sienna Brooks es el nombre del personaje que interpreta la nominada al Oscar por The Theory of Everything -protagonista de Rogue One, spin-off de Star Wars a estrenar-. Como en Ángeles y Demonios, la trama es una carrera contrarreloj para salvar al mundo. También hay un villano misterioso, sorprendentes giros argumentales, pasadizos secretos, símbolos y teorías de Langdon complicadas de entender. Inferno es otra «película fotocopia» de la saga, que compite por el segundo puesto de jerarquía junto a The Da Vinci Code, ya que no alcanza lo logrado por Angels & Demons, que tampoco es demasiado.
La fórmula Howard-Hanks-Zimmer logra salvar los vaivenes del guion de David Koepp. En la anterior película, un primer acto sumamente explicativo precedía las aventuras de los protagonistas y, por lo menos, dejaba al espectador en órbita. Esta vez, todo aquello que el profesor explica al espectador -como si fuera su alumnado en Harvard- ocurre sobre la marcha. La historia comienza en un hospital con Langdon siendo perseguido y continúa con esta persecución hasta el final. El frenesí es constante, en consecuencia el film debería haber resultado, como mínimo, entretenido. Pero los flashbacks, las apariciones de personajes que no logran desarrollarse del todo en la historia, una dudosa recreación del Infierno de Dante y el dificultoso entendimiento de la simbología hacen que queden cabos sueltos e interpretaciones deslucidas.
Ni el interesante desenlace ni los esporádicos chistes de Irrfan Khan, que son los elementos más rescatables, evitan que la tercera película de Langdon quede en el olvido. El experimentado Howard continúa su racha de películas medio pelo que comenzó en el 2008, de la que parecía iba a despegarse tras la excelente Rush. La saga de Brown parece haberse quedado sin recursos en su adaptación a la gran pantalla y ya no genera las mismas expectativas que al comienzo, aunque estas hayan aparecido, en parte, por medio de polémicas. Las historias son ricas de contenido y, como dice el autor, «muy cinematográficas», pero la repetición y la exagerada condensación que implica un libro plagado de situaciones se hacen notar en el producto final. Si la aventura dantesca de Inferno logra deslucir a Hanks, es porque algo no cuadra.
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