La idea de un grupo de amigos que desde hace décadas que, una vez al mes, suspenden todo para jugar a la mancha es tan descabellada y surrealista que por supuesto se merecía una película. Un artículo de The Wall Street Journal es el basamento de esta historia, pero el vivir para siempre en las páginas de un diario no era suficiente para celebrar esta hermosa locura. TAG intenta hacerlo pero se queda a mitad de camino, seguramente por su falta de decisión a la hora de lo que quiere ser.
En términos de comedia de acción, está a punto. Los protagonistas están dispuestos a todo con tal de que sea otro el que pierda, pero hay un campeón invicto. Sí, no hay que pensarlo demasiado, pero uno de los compañeros del grupo se ha pasado la vida sin que nunca fuera su turno de tocar al otro. Sea por su velocidad, salvajismo al verse acorralado o por su talento sobrehumano para anticipar cada movimiento, hay uno de ellos que es un semidios de este juego infantil y todos harán lo imposible para hacerlo caer. Esto da pie a destacadas secuencias absurdas y muy bien filmadas, que convierten lo lúdico en bélico y el hacer perder al otro es cosa de vida o muerte.
De solo escribir estas líneas me doy cuenta de lo ridículo que algo así suena, pero TAG parece no darse cuenta de ello. Por el contrario, elige tomárselo bien en serio. El personaje de Ed Helms no deja de recordar, una y otra vez, que este juego ha servido de excusa para mantener al grupo unido a lo largo de los años. «No dejamos de jugar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de jugar» es una suerte de lema que repiten constantemente, dándole una inusitada importancia a un juego infantil como si se tratara de la única razón por la que siguen juntos. Se quiere hacer un comentario sobre la amistad entre adultos que se comportan como niños –se lo deja bien en claro en varias ocasiones-, pero su indecisión la condena.
Por supuesto que tiene sus elementos a favor. Como se reconoció antes, las secuencias de acción son para destacar, hay un buen sentido del humor –después de todo es lo que importa en una comedia- y cuando acepta la locura de su premisa muestra lo mejor que tiene para ofrecer. El elenco está muy bien, con Jeremy Renner como una suerte de Avenger entre sus amigos, con Jon Hamm como el exitoso pedante que a la hora de la verdad quiere ganar como todos y con Jake Johnson como el despreocupado porrero. Todos hacen bien unos papeles que les quedan como anillo al dedo, al igual que Helms, aunque quizás el que está más desaprovechado es el humorista Hannibal Buress, el menos conocido del quinteto. Otra que tiene un personaje que se sabe a la perfección y que está bien convocada es Isla Fisher, como la intensa esposa de Helms.
Si abrazara el disparate sería una cosa, pero por alguna razón quiere ponerse seria. Son amigos incapaces de compartir algo con el otro o de ayudarse en forma sincera, queda bien en claro que hay algunos con problemas reales frente a los cuales les vendría bien un amigo con quien hablar. Pero como lo único que vale es el juego, que se toma como lo más importante que hay, no se puede confiar en nadie. Querer hacer una película sobre la amistad, pero sin entender su valor, parece raro. En ese sentido queda en falta, como una oportunidad desaprovechada para obtener algo realmente genial.
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