Una empresa farmacéutica turbia, un cártel mexicano, un empleado de lujo poco valorado, dos jefes horribles, ¿qué podría salir bien? El segundo largometraje de Nash Edgerton -hermano del actor y co-protagonista Joel Edgerton– lo catapulta desde la oscuridad hacia el conocimiento público en una comedia de acción que mezcla mucho género y nos lleva a preguntarnos: ¿tanto elenco para esto?
A Gringo no le falta ni equipo frente a cámaras ni pedigree, sino personalidad. Un empleado ejemplar (David Oyelowo) se ve inmerso en un submundo oscuro luego de enterarse que su mujer lo engaña y está a punto de perder su trabajo, debido a que la fraudulenta compañía farmacéutica para la que trabaja está en período de fusión. Al enterarse de la situación, finge ser secuestrado y pide una cuantiosa suma de dinero para que resulte en su indemnización. Es una trama que irá agregando involucrados a medida que transcurra el metraje y las situaciones se intrinquen a favor y en contra del confundido protagonista, pero no llega más lejos de lo que la premisa deja entrever.
Oyelowo tiene un talento nato para la comedia, un detalle que su filmografía previa no contemplaba. Es el punto álgido de una película que lo sume completamente en la miseria para que el espectador sienta empatía con él, y lo contrapone a los detestables directores de la empresa encarnados por Edgerton y una vil Charlize Theron, a la que le salen naturalmente los papeles de femme fatale, esta vez una sin escrúpulos. En el camino se suma una pareja de jóvenes interpretados por Amanda Seyfried y Harry Treadaway, que no aportan absolutamente nada sustancioso a la trama, una desaprovechada Thandie Newton -que viene de lucirse en la serie Westworld y acá es la esposa infiel-, y el siempre interesante Sharlto Copley, como un aliado sospechoso de Oyelowo. Es, a mi entender, un rabioso elenco que nunca consigue cuajar del todo, y sólo destacan hasta donde la historia les permite, que no es mucho.
Gringo es un relato que combina humor negro con toques de thriller policíaco, algo de drama, acción y demás, por lo que su estilo tarda en encarrilarse, además de que los múltiples personajes y las varias subtramas no ayudan a encontrar el equilibrio ideal para llegar a atrapar del todo. A medida que avanza, hay escenas de comedia que son seguidas de una violencia inusitada. Hay que tener mucho tino para navegar entre registros diferentes, y el hermano Edgerton que dirige no está a la altura de las circunstancias. El resultado es una comedia negra dispersa, con altibajos, pero últimamente olvidable.
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