Crítica de Bones and All: los caníbales también aman

Es lo nuevo del director de Call Me by Your Name.

Mareen es una adolescente que intenta adaptarse en su nueva escuela, hacer amigas. Pero es reservada y retraída, además parece que su padre es demasiado estricto, por lo que una noche decide escaparse para poder ir a una pijamada. Pintarse las uñas y hablar acerca de su pasado, de la ausencia de su madre, con otras chicas que parecen estar ansiosas por incluirla a su grupo. Por supuesto que todo esto cambia cuando Mareen le muerde el dedo a una de ellas y le arranca la carne hasta el hueso.

Bones and All”, la nueva película de Luca Guadagnino, cuenta la historia de una joven caníbal que, al cumplir la mayoría de edad, debe descubrir qué hacer de su vida, pero más importante, de dónde viene. Una coming of age de género que también coquetea con el road trip y, como no podía ser de otra manera, con el romance. Porque ante todo, el director es un romántico y logra colar esta esencia incluso en una historia sobre dos jóvenes que están antojados de carne humana.

Mareen (Taylor Russell) se queda sola en el mundo y necesita saber de dónde viene, quién es su madre. Por esto emprende un viaje con el poco dinero que tiene por el corazón de Estados Unidos, la parte más rural, que no se suele mostrar en los retratos edulcorados del sueño americano. En este clima de, no pobreza, pero humildad, tiene que descubrir cómo protegerse, pero también cómo resistir esas ansias de alimentarse. En este descubrimiento, dos personajes serán fundamentales, primero se encontrará con Sully (Mark Rylance), un “devorador” veterano que asegura tener un poder sobrenatural para oler a los que son como ellos. En un vínculo marcado por lo extraño, este hombre intentará guiarla y enseñarle lo fundamental para sobrevivir por su cuenta, pero sus caminos no están destinados a ir a la par, al menos no por ahora.

En otro tramo del viaje, se encontrará con Lee (Timothée Chalamet), otro devorador, pero esta vez más cerca de su edad. Juntos emprenden un viaje a lo largo de Estados Unidos en el que no solo se conocerán y enamorarán, sino que también tendrán que lidiar con lo complejo de su condición y las consecuencias que esto trae para ellos y aquellos que los rodean.

Con un ritmo preciso, que no se apura y da el tiempo necesario que la historia requiere, la película transita los cambios en ellos, en su vínculo, pero por sobre todas las cosas en el crecimiento de Mareen. A diferencia del resto de los devoradores que se van introduciendo, ella no termina de reconciliarse con esa parte de sí misma, pero en particular porque hay una pieza de su pasado que no logra encontrar y en esta coming of age, el corazón del filme está allí.

Ayuda que para llevar adelante un personaje tan complejo se haya elegido a Taylor Russell, que con una actuación brillante e hipnótica, logra enamorar al espectador de esta joven caníbal. El talento que había demostrado en “Waves”, el poderoso drama de A24 dirigido por Trey Edward Shult, es ratificado con su trabajo en lo nuevo de Guadagnino, y se posiciona como una de las mejores interpretaciones que hemos visto en la gran pantalla este año.

Cómo suele suceder con el trabajo de este cineasta, lo estético es una pieza clave de la película y “Bones and All” no es la excepción: la fotografía precisa pero a la vez relajada de Arseni Khachaturan logra crear el clima veraniego que la cinta necesita, cada imagen está cargada de nostalgia y amor, cada composición transmite angustia, pero ese tipo de angustia que se puede sentir un domingo de enero a la tarde, cuando el sol se pone y sabemos que está por empezar la semana, pero así y todo podemos apreciar la belleza del atardecer.

Chalamet es un muy correcto coprotagonista, pero a esta altura no sorprende ver lo bien que trabaja, pero aquí podemos ver su talento para hacer brillar a la persona que tiene al lado, porque gran parte de su interpretación en la cinta ayuda a que Russell pueda estar en el centro de la escena y lucirse.

Una película cargada de romance, remordimiento, dolor, y a la vez calidez. Guadagnino demuestra que puede encontrar la dulzura incluso en los lugares menos pensados y en el camino nos entrega una tierna historia que, si bien puede impresionar por lo gráfico en algunos momentos, lo que se queda con el espectador es la historia de amor.

estrella4