¿De qué va? Kate Dibiasky, estudiante de posgrado de Astronomía, y su profesor, el doctor Randall Mindy hacen un descubrimiento tan asombroso como terrorífico: un enorme cometa lleva un rumbo de colisión directa con la Tierra. El otro problema es… que a nadie le importa.
Prefiero al viejo Adam McKay toda la vida.
No tengo un ápice de duda de que me quedo con el director de al menos cuatro de las mejores comedias norteamericanas de este siglo, que con el prestigioso y galardonado cineasta que explora con sorna la ridícula historia reciente de su país.
Por más esfuerzo que haga, es poco y nada lo que recuerdo de las aclamadas The Big Short o Vice, que las disfruté en su momento y hoy las olvidé por completo. Un tema serio presentado al estilo increíble pero real de la mano de un tipo que entiende y mucho de humor, un batallón de figuras para ejecutar cada rol y a cobrar. La fórmula muestra señales de agotamiento con Don’t Look Up, una sátira mediocre que dista de ser la peor/mejor película de la historia según qué cuenta sigan en Twitter.
La cámara se pega a la cara de Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence ante el descubrimiento de la aniquilación inminente. Realza los nervios y la desesperación de los científicos, cosa que contrastará con los planos más abiertos para retratar la liviandad con la que buena parte de sus interlocutores recibirá tan terrible noticia. Esa es la única idea. Enfrentados al apocalipsis concreto, muchos optan por hacer oídos sordos o seguir sumergidos en el mar de la banalidad. Cambio climático, COVID, lo que sea.
Un espejo deformador de nuestra realidad, ese es el juego. Someternos al rayo hiperbolizador. Políticos desconectados de la población, medios de incomunicación, el chupete de las redes sociales. Los tenemos todos, llevémoslos al extremo. Mechemos algunas imágenes de National Geographic como para ver la Tierra que estamos perdiendo. Nada como el Hollywood progre como para mostrarnos el camino.
Una sátira que se toma en serio y quiere dejar una lección, motivo por el cual no deja de luchar con el tono a lo largo de toda la película. Especial énfasis en «largo», porque bien se podría haber resuelto todo con una hora menos. Podíamos prescindir de Timothée Chalamet o Ariana Grande, aunque quizás perdían al público joven. ¿Y la subplot con Cate Blanchett? No se qué dirá el algoritmo, pero definitivamente.
Don’t Look Up se hace llevadera. Tiene a una Liga de la Justicia de Hollywood en la que sostenerse y a un guionista que sabe de humor como pocos para aderezar una propuesta por demás limitada. Se deja ver, lo cual debe ser un golpe duro a sus pretensiones de «película necesaria».
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