HBO Max nos trae la más reciente película de Steven Soderbergh (Ocean’s Eleven, Contagion, Logan Lucky), se trata de No Sudden Move, un filme noir clásico, escrito por el reconocido guionista Edward James Solomon (Bill & Ted Face the Music, Now You See Me, Men in Black), que nos lleva al Detroit de los años 50, en donde un grupo de delincuentes son contratados para robar un importante documento.
Aunque al principio esta historia parece tener un argumento bastante sencillo, a medida que vamos conociendo a todos los personajes, la trama se vuelve mucho más atractiva e interesante, especialmente porque el tema de la traición se convierte en el eje que mueve los entramados de toda la historia. Para tal fin, Soderbergh -como ya es costumbre- reúne a un gran elenco, del cual destacan las sorprendentes interpretaciones de Brendan Fraser (Crash, A Case of You), Don Cheadle (Avengers: Endgame, Traffic), Kieran Culkin (Paper Man, Scott Pilgrim vs. the World), Benicio del Toro (Sicario, Che: El argentino), Ray Liotta (Hubie Halloween, Sin City: A Dame to Kill For) y Bill Duke (Mandy, Red Dragon), entre otros extraordinarios actores y actrices que completan magistralmente la obra.
Todo comienza cuando Doug Jones (Fraser) recluta a un trío de “tipos rudos”: Curt Goynes (Cheadle), Ronald Russo (del Toro) y Charley (Culkin), quienes deberán secuestrar y extorsionar a Matt Wertz (David Harbour), un contador de una empresa automovilística que deberá robar un importante expediente que se encuentra -supuestamente- en la caja fuerte de la oficina de su jefe. Al no encontrar tan preciado documento, todo se vuelve un lío y, poco a poco, lo que debía ser un trabajo limpio y rápido se va transformado en una situación mucho más compleja, enredada, turbia, llena de traiciones y complots, en donde los delincuentes, además de enfrentarse entre ellos mismos, terminan desafiando a otros poderosos mafiosos y a los propios ejecutivos que controlan la empresa automovilística “Motor City”.
Así, a lo largo de la trama nos encontramos con otros importantes personajes, de los que resaltan dos peligrosos mafiosos: Frank Capelli (Ray Liotta) y Aldrick Watkins (Bill Duke), el primero -Frank- irá por la cabeza de Ronald, puesto que éste lo ha traicionado al acostarse con su esposa Vanessa Capelli (Julia Fox), mientras que el segundo -Aldrick- tratará de dar cacería a Curt, ya que éste tiene un cuaderno que todos los mafiosos atesoran. No obstante, aun sabiendo que son perseguidos por estos peligrosos sujetos, Frank y Curt continúan con el plan de conseguir el tan codiciado expediente para tratar de vendérselo al mejor postor, mientras que un sospechoso y no muy ético detective (Jon Hamm) les pisa los talones. Aunque pareciera que todo termina aquí, lo cierto es que cada segundo se vuelve más turbio y cada personaje va desatando sus propios demonios.
Como podemos apreciar, lo más divertido del guion de Ed Solomon, es justamente esa dinámica de lo inesperado, puesto que los giros que se van dando en la trama, suelen ser tan ingeniosos y sorpresivos que logran mantenernos atentos a todo lo que ocurre en la pantalla.
Vale la pena señalar que, la dirección de arte, la cual se aprecia en una excelente puesta en escena que recrea fielmente el Detroit de la posguerra, y la maravillosa dirección de fotografía del propio Soderbergh -nuevamente bajo el seudónimo de Peter Andrews-, quien disfruta de utilizar eficazmente objetivos gran angular y ojo de pez para con ellos destacar a sus personajes, hacen que No Sudden Move sea una experiencia visualmente asombrosa -y eso que, por ahora, se puede disfrutar únicamente en la pantalla “chica”-.
Asimismo, todo lo dicho anteriormente queda adecuadamente acoplado con el extraordinario arreglo musical del compositor norirlandés David Holmes, quien supo acentuar con sus notas la atmósfera propicia de suspenso y acción que este filme se merece.
Sin embargo, no todo es fascinante en la película de Soderbergh. Si bien la historia resulta verdaderamente entretenida -sobre todo para aquellos que disfrutan de una buena comedia negra llena de un reparto brillante-, No Sudden Move no logra alcanzar la espectacularidad que poseen otros títulos del director, por ejemplo, la eficacia narrativa de su saga Ocean. Lamentablemente, al final, No Sudden Move se convierte en algo que no es, al tratar de mostrarse como una película que reflexiona sobre el poder maléfico de ciertas instituciones, las cuales terminan siempre dominando a los más débiles. Dicha alegoría se siente forzada y hace que los minutos finales sean confusos al tratar de imponer dicho argumento, el cual sólo sirve para criticar superficialmente las mentiras y las componendas que por años mantuvieron los cuatro fabricantes de automóviles más importantes de Norteamérica.
Pero este desliz narrativo se queda pequeño cuando sabemos que estamos frente a una película ciertamente entretenida, con uno de los mejores elencos de este singular año. En este sentido, No Sudden Move es una obra astuta que, aunque por momentos puede resultar confusa, tiene la capacidad de trasladarnos a lo mejor del cine negro de los años 50.
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