Pocos atletas logran ser reconocidos a nivel mundial más allá de su deporte. En los años ’90, Michael Jordan supo convertirse no solo en uno de los mejores jugadores de la historia, sino que logró generar una marca de contenido viral alrededor de su nombre, cuando aún faltaba más de una década para el apogeo de las redes sociales. The Last Dance acompaña a los Chicago Bulls durante su último campeonato, a la vez que recorre todos los hitos consagratorios de uno de los equipos más celebrados en la historia de la NBA.
Un ritmo frenético
Desde la base, la idea de armar una estructura narrativa con tantos saltos temporales es una apuesta arriesgada si no se plantea bien desde el guion. Claramente este no es el caso, ya que se sienten muy logradas las idas y vueltas entre la temporada 97-98 y las que la precedieron desde 1984, momento en el cual Jordan arribó a Chicago. Los avances y retrocesos en la cronología son utilizados como argumentos para poner en retrospectiva determinados eventos culmines en la historia de este equipo; y a la vez es tal el timing del montaje que el relato no se ve fragmentado, sino dotado de adrenalina y suspenso. El ritmo frenético que lleva también es un factor fundamental para expresar la forma en que se vivía el día a día de los Bulls.
Palabras autorizadas
Como todo documental, los testimonios que acompañan las imágenes son fundamentales para darle veracidad y calidad a la historia. A priori, la palabra más importante era la de Michael Jordan, pero no siempre fue seguro que estuviera presente en la serie. Los productores tuvieron que convencer a su majestad de aparecer y, aunque al principio Jordan no se sentía cómodo con que todo el mundo pudiera ver su enérgica y particular forma de trabajar, luego terminó por aceptar su participación. Sin embargo, no todo se limita al mejor de la historia, ya que esta propuesta reivindica a jugadores «tapados» por MJ como fueron Scottie Pippen, Dennis Rodman, Steve Kerr y Toni Kukoč, quienes también aportaron su palabra. Otras de las entrevistas destacadas se hicieron a Phil Jackson, el entrenador de los Bulls entre 1989-1998; Jerry Reinsdorf, empresario dueño del equipo; otras estrellas de la talla de Larry Bird o Magic Johnson y hasta el expresidente Barack Obama, confeso hincha del equipo y fanático de Jordan.
Espacio para todos
Más allá de que Jordan opacó todo lo que tenía a su alrededor, es sabido que el mejor jugador del mundo no habría alcanzado nunca el éxito que tuvo sin ayuda. A lo largo de sus 10 capítulos, el documental se encarga de brindarle reconocimiento a las historias personales y logros deportivos de Pippen, Rodman y Kerr, tres de los pilares fundamentales del multicampeón de la NBA. El mismo Jordan declaró que sin la capacidad ofensiva de Scottie Pippen o los robos y la intensidad física de Dennis Rodman nunca hubiera alcanzado sus metas. También se hace foco en la relación del tridente con el entrenados Jackson, quien además de descubrir la forma de que Jordan, Pippen y Rodman se complementen a la perfección, demostró ser un gran líder de grupo.
Material de archivo
La cantidad y la calidad del material de archivo con el que cuenta The Last Dance es magnífica y eleva la jerarquía del relato. El director de la serie, Jason Hehir (UFC PrimeTime, 30 for 30), se encargó personalmente de revisar 10 mil horas de grabaciones para seleccionar los fragmentos vistos en el corte final. Los contenidos audiovisuales que vemos en la serie pertenecen a la NBA, los canales que contaban con los derechos de transmisión en esa época y la propia franquicia de los Bulls. Una gran cantidad del material que se usó para narrar la historia es inédito y existe gracias a que el equipo de Chicago permitió que un grupo de documentalistas registrara el detrás de escena de todo lo que ocurrió durante la temporada 97-98.
Banda sonora
Otro aspecto destacado del documental es la excelente elección musical llevada a cabo por Rudy Chung (Silicon Valley, Bad Trip) y Justin T. Feldman (The First Purge, Pennyworth). Cada una de las canciones utilizadas en la serie están perfectamente sincronizadas con el momento del relato que musicalizan, brindándole una carga emotiva y épica complementaria. A pesar de que cuenta con grandes canciones y artistas destacados de la música que definió a los años ’90, Sirius, el tema compuesto por The Alan Parson Project, destaca por encima de los demás. Fue tal la repercusión que generó el redescubrimiento de esta música que los responsables crearon una playlist oficial que se encuentra disponible en Spotify
Para todo el mundo
Más allá de ser una serie documental sobre un equipo de básquet, el estilo del relato y la empatía que generan cada uno de los involucrados, hacen de The Last Dance un producto con el que puede entretenerse y emocionarse cualquier tipo de persona, más allá de los intereses personales. Este cuenta con 10 episodios y se puede ver completo en Netflix.