El cine de género, en sus diferentes variantes, prosigue con su avance a nivel nacional. Martín Basterretche (Punto ciego, Consejos para seguir bailando) en particular, continua con su exploración por una zona en la que se aúnan el fantástico, el terror y la acción en su versión más encarnizada -apoyándose claramente en el modelo que tiene como principal exponente al maestro John Carpenter-. Devoto, la invasión silenciosa funciona como ejemplo rotundo de esta búsqueda. La historia nos presenta a cinco extraños que se encuentran, sin saber por qué, en una locación desolada y aparentemente sin salida. Ellos son Pablo (Diego Cremonesi), Charly (Gastón Cocchiarale), Lucía (Irene Goldszer), Yukio (Jorge Takashima) y Gutiérrez (Alexia Moyano). Estos, además de aprender a anexar sus fuerzas para sobreponerse a los ataques de un ejército de androides asesinos -a quienes llaman «Los Bowies», por su parecido físico con el Duque Blanco-, deberán organizarse para rescatar a La Lancera (Denisse Van der Ploeg), una enigmática líder popular que encabeza la resistencia frente a la invasión.
Unos de los primeros aspectos a destacar de este segundo largometraje de ficción dirigido por Basterretche es el modo en el que son reutilizados ciertos íconos y arquetipos del género fantástico -particularmente de la ciencia ficción distópica-. Los despojos de la producción capitalista; la presencia de personajes no humanos que nos superan en fuerza y planean asediarnos, el valor del heroísmo y de la organización colectiva en pos de la subsistencia y la preservación de otras vidas son algunos de los paradigmas que se retoman. Asimismo, la película presenta un acertado empleo de determinadas herramientas formales. Las dos más notables son la iluminación y la espacialidad, puesto que ambas refuerzan la condición ruinosa y opresiva del contexto -incluso podríamos sostener que el espacio opera como un personaje más-.
A pesar de estas facetas logradas, por momentos los problemas de representación visual, como también los argumentales, se tornan evidentes. En cuanto a los escollos técnicos podemos mencionar principalmente a la implementación innecesaria -e incluso contraproducente- de los planos en picado, contrapicado y «holandés», y de la música como acentuación durante las secuencias de combate. Dichas imprecisiones no solo le juegan en contra al sentido de algunas escenas, sino que además atentan contra la composición pictórica y sonora. Dentro del lote de los inconvenientes narrativos se encuentra, en primer lugar, el manejo desproporcionado de los flashbacks -que pese a no ser un recurso inapropiado, sí se percibe un tanto improductivo-. Por otro lado, es notoria la falta de desarrollo de las motivaciones de los villanos y de las causas que llevan al reclutamiento de los protagonistas para formar parte de la resistencia -no tanto en términos explicativos, sino descriptivos-. Estas flaquezas en el relato se producen, sobre todo, por la sensación de continuación que se sugiere hacia el final del film -haciéndonos suponer que se nos brindará más información en una futura entrega-. Lamentablemente, está decisión provoca que la historia se sienta un tanto inconexa e inconsistente.
Si recapitulamos, podríamos sostener que Devoto, la invasión silenciosa es antes que nada una película desbalanceada. Por un lado, la intención de construir una ficción de tipo fantástica que aborde dilemas políticos y sociales es un punto que resulta óptimamente desarrollado. La convicción y el compromiso, tanto individual como colectivo, con la lucha por la supervivencia -que se opone a la cobarde «necesidad de adaptarse»-, la importancia de la unión grupal y de la superación de las diferencias en un escenario hostil, y el valor de las capacidades cuestionadoras, son algunas de las ideas que aparecen en escena. Al mismo tiempo, ciertas decisiones materiales y escenográficas funcionan a los fines que el film se propone -sobre todo en su pretensión de emparentarse con la estética de la clase B-. Sin embargo, también es cierto que varios pasajes narrativos no logran ser creíbles y que la incertidumbre en el desenlace deja una sensación de insuficiencia dramática. En definitiva, más allá de sus vaivenes argumentales y de sumarse a la larga lista de productos audiovisuales que reformulan los patrones de la imaginería «pop/ochentosa/hollywoodense», Devoto, la invasión silenciosa resulta una propuesta entretenida y sin contenido de sobra, que además aporta su grano de arena a la expansión del cine de género en nuestro país.
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