En una enigmática biblioteca de una periférica ciudad bretona, existe una sala donde se almacenan manuscritos rechazados por editores. Centenares de autores y obras que nunca llegaron a publicarse, por diversos motivos, tienen aquí su propio espacio a la espera de algún lector lo suficientemente interesado para que las lean. Delphine, una joven editora, desentierra una obra maestra dormida, que nunca fue ni rechazada ni enviada a alguna editorial. Ha encontrado un tesoro que inmediatamente publica. Escrita por Henri Pick, un difunto chef de pizza cuya familia desconocía el gusto por la escritura, la novela termina convirtiéndose en un éxito de ventas absoluto. Elogiada por los especialistas excepto por uno: Jean-Michel Rouche, un conocido y mediático crítico literario que no lo ve tan simple. Para él, este «pequeño chef de pizza breton» nunca podría haber escrito un libro tan brillante. Incluso si eso significa perder la cabeza, el hombre decide investigar. Josephine Pick, la hija del presunto autor, se une a su investigación con el objetivo opuesto: demostrar que se equivoca.
En el corazón de la novela de David Foenkinos, que Rémi Bezançon (El primer día del resto de mi vida) nos adapta a la gran pantalla, se encuentra esta idea exquisitamente rica, de una biblioteca dedicada a los manuscritos que todos los editores en Francia se negaron a publicar. Una comedia de por sí interesante que ofrece una sátira aguda pero cariñosa sobre el mundo literario, moviéndose elegante y fluidamente en una edición bien ajustada y de ritmo ligero.
Fabrice Luchini (L’Empereur de París) se divierte como un pequeño loco en la piel de este exigente crítico que pierde su matrimonio, su trabajo y su reputación al iniciar esta campaña detectivesca para desentrañar al verdadero escritor del éxito. Un personaje dedicado y meticuloso que le queda como un guante al obsesionarse sobre la vida de Henry Pick. Nada como un pez en el agua, entablando diálogos con su entusiasmo habitual. A él se le suma la hija del difunto chef, Camille Cottin (Call my agent), quien brinda a la dupla los momentos de racionalidad y coherencia dentro de su aventura por varios lugares de Bretaña.
Esta investigación está lejos de ser el elemento más cautivador del largometraje. Tan rutinaria como sea posible, la puesta en escena de las pistas falsas tradicionales, los hilos blancos de la intriga que se extienden desde todas partes, los posibles sospechosos y el clima a veces amenazante de algunas secuencias importan elementos de thriller a una típica comedia francesa, lo suficiente como para condimentar un film que hace que quieras ponerte a leer. Se produce así una historia muy divertida, con líneas mordaces y situaciones absurdas.
Una historia agradable sobre el robo de identidad que muestra la vanidad y el sentimiento de superioridad de algunos intelectuales, enmarcada con la belleza de sets y ubicación de la filmación. Inteligente y sin pretensiones, no termina envolviendo pero nunca cae en el aburrimiento. Y lo más importante: tiene el efecto de hacerte esbozar una sonrisa al terminar de verla.
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