1999 fue muchas cosas para el cine: el estreno de una rompedora obra de ciencia ficción llamada The Matrix -una que llevó los efectos visuales hasta un límite inimaginable-, la experiencia de una ingeniosa como inquietante campaña publicitaria como fue la de The Blair Witch Project, y también fue el año que vio la última película del legendario Stanley Kubrick. Pero, sobre todas las mencionadas, fue cuando un discreto cineasta como M. Night Shyamalan tomó los reflectores con su melancólica The Sixth Sense, aquella pieza recordada por su impactante giro argumental pero que, como un ejemplar film de suspenso, solamente es la culminación de una serie de afortunados aciertos.
Y ahora, a 20 años de su estreno, CINESCONDITE rescata dos más que interesantes segmentos con entrevistas sobre dos temas decisivos para el proyecto: su más que interesante uso del color -específicamente, el color rojo-, y la demoledora actuación del entonces pequeño Haley Joel Osment (The Boys, Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile), quien sigue helando la sangre con su mirada asustada y el mítico «Veo gente muerta». La película, que también contó con las inspiradas actuaciones de Bruce Willis (Die Hard, Looper), Toni Collette (Hereditary, Little Miss Sunshine) y Olivia WIlliams (Ghost Writer, An Education), no tardó en beneficiarse del boca a boca y se catapultó hacia los primeros lugares en taquilla durante cinco semanas, siendo la película más exitosa de Shyamalan con poco más de 600 millones de dólares recaudados.
La misma sigue al Dr. Malcolm Crowe (Willis), un psicólogo infantil que, tras recibir honores por su exitosa carrera, es disparado en el abdomen por uno de sus ex-pacientes, el cual no tarda en suicidarse. Pero, el siguiente otoño, Malcolm descubre en un niño de 9 años llamado Cole Sear (Osment) un caso muy similar al de su atacante, por lo que decide dedicarse a él pese a su aparente falta de capacidad para tratarle. Pero no es solo su carrera la que va en picada, pues su esposa, Anna (Williams), se está distanciando de él y parece tener un nuevo romance con uno de sus compañeros de trabajo. Pero nada es lo que parece en una película que únicamente gana lecturas entre más veces se disfrute, consolidándose como un inoxidable clásico de culto.
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