Actuar es ponerse al servicio del mundo ideado por su autor. Un estricto compromiso que permite la transformación de una persona en la moldeable ficción, siempre dictada y supervisada por quien la erigió. Joaquin Phoenix lleva algo más de tres décadas consolidándose como uno de los grandes talentos de su generación, siempre ejecutando con precisión cualquier papel que encare. Bien se le podría definir como un magnético camaleón capaz de dar vida a la mayor de las estrellas o el peor de los asesinos, quien vive y expresa con elocuente pasión la sensibilidad de sus personajes, creando una imbatible presencia en cámara.
Aun así, durante una importante porción de su carrera Phoenix se ha mantenido alejado de las grandes franquicias y los presupuestos inflados. Por eso, el estreno de Joker, la película basada en uno de los personajes más populares de las historietas, da una oportunidad perfecta para repasar aquellos trabajos suyos que pudieron haber pasado desapercibidos -aunque las obras icónicas no faltan-, pero que merecen la mayor de las atenciones por registrar el crecimiento del tres veces nominado al Premio de la Academia.
Lucio Aurelio Cómodo Antonino – Gladiator (2000)
La primera vez que Joaquin pisó el Shrine Auditorium para la celebración de los Premios de la Academia número 73 -aunque no logró pararse en el escenario-, fue por haber interpretado a un pérfido emperador. Y es que a las órdenes de un inspirado Ridley Scott (Alien), el actor tuvo la oportunidad de explorar su lado más desagradable con un personaje que sigue causando repudio por sus acciones: asesinar a su padre, traicionar al Máximo Décimo Meridio de Russell Crowe (The Nice Guys) y comportarse con una vileza difícil de procesar. La misión de causar odio al espectador de manera voluntaria es complicada, pero el estadounidense lo maneja dando una clase de cómo ser un formidable antagonista. No es raro que ahora esté en cartelera como el villano por excelencia.
Merill Hess – Signs (2002)
Ser fichado como el hermano de un Mel Gibson (Mad Max) en una película con extraterrestres que, por si fuera poco, está dirigida por M. Night. Shyamalan (Unbreakable) en su mejor época es, a primera vista, una oportunidad única. Está claro que Signs jamás se mencionará como la joya en las coronas tanto del actor como del director, pero sí que ofrece a Phoenix como un particular alivio cómico en un film donde el humor voluntario es tan singular, pero lo hace funcionar y aprovecha cada una de sus escenas para dejar una impresión más que positiva. Además, aquel momento donde observa el televisor en que se publica el video del extraterrestre en la fiesta de cumpleaños, escena que me sigue causando escalofríos, le debe todo a su reacción… una genuina mirada de terror que nos hace temer por lo que rodea a sus personajes.
Johnny Cash – Walk the Line (2005)
Dar vida a un emperador del año 177 es un reto muy distinto al de dar vida al Rey del Country, pues este último es una mítica presencia que se ha instalado por siempre en el género y cuyas lúgubres letras ya forman parte de la historia. Sin embargo, cualquier duda sobre la capacidad de Phoenix se disipó al escucharle entonar «Folsom Prison Blues», y aunque en el equivalente histórico de esa bella escena la que se cantó fue «Hey Porter!»«, quedó claro que la voz y el corazón detrás de ella era la misma. Ni hablar de su dolorosa pero romántica química con Reese Witherspoon (Big Little Lies), quien daba vida a la June Carter de su Johnny Cash, y lo hacía con un nivel que la hizo merecedora del Oscar, para el cual el actor también fue nominado pero derrotado por el excelente Philip Seymour Hoffman (Capote).
Él mismo – I’m Still Here (2010)
Disfrutando de la gloria de dos nominaciones al Premio de la Academia y con una carrera que únicamente parecía ir en dirección ascendente, Phoenix hizo en 2008 la estruendosa revelación de que, con el fin de perseguir sus ambiciones como cantante de hip hop, se retiraría de la actuación para siempre. Lo que siguieron fueron dos turbulentos años donde se creía que había perdido la cabeza, hecho que parecía confirmarse cuando visitó el programa de David Letterman para entregar el papel de su vida: J.P., su problemático alter-ego documentado por Casey Affleck (Manchester By The Sea). Al final, resultó ser una extensa broma -y un entretenido documental- que únicamente daba la tétrica prueba de que el actor no se detendría ante nada por un papel, ya fuera controversia o la humillación pública.
Freddie Quell – The Master (2012)
Aunque puede que no haya sido su objetivo en mente, la manera de Phoenix para regresar a su reputación de inmejorable actor fue dar el que, a la fecha, sigue siendo su mejor papel, dirigido con gracia y clase por Paul Thomas Anderson (Magnolia). Su Freddie Quell es un enfermizo veterano de guerra que regresa a un mundo donde su volatilidad es dañina, reprobable e incompatible, y su desatada actuación, donde modifica sin esfuerzo su rostro, cambia su postura y posee el cuadro con su dolida mirada, fue el contrapunto idea para el taimado Lancaster Dodd de Seymour Hoffman, un carismático líder de un cuestionable culto. Uno se complementa con el otro y, cuando ambos comparten cuadro, su eléctrico choque de personalidad deja ver lo peor de sus personajes y lo mejor de su hipnótica capacidad para dominar la escena.
Bruno Weiss – The Inmigrant (2013)
Hay pocas cosas más estimulantes que reconocer el punto álgido en el trabajo de una dupla creativa que únicamente ha entregado aciertos, algunos mayores que otros. Por eso, es complicado no celebrar efusivamente cuando Martin Scorsese (Goodfellas) vuelve a cruzar caminos con Robert De Niro (Heat), por lo que el equipo que Phoenix conforma con James Gray (Ad Astra) -para quien actuó en cuatro películas- es uno digno de visitar en más de una ocasión. Y así, después de ser un hombre deprimido en una complicada doble relación y el jefe de un club nocturno que buscar salvar a su familia, su Bruno Weiss funciona por verlo en una nota tan amarga como cínica, aunque finalmente es Marion Cotillard (Inception) quien mayor espacio tiene para lucirse. Pero, como celebración y -esperemos que no- cierre a una serie de colaboraciones tan únicas, vale la pena recordarlo en todo su esplendor.
Theodore Twombly – Her (2013)
La joya de la ciencia ficción -y el romance- que Spike Jonze (Being John Malkovich) estrenó en 2013 también podría ser aquella que terminó de confirmar que Joaquin es imposible de encasillar. Si bien hacía un año demostraba con The Master la potencia que podía alcanzar con un histrión a su altura, la mayoría de escenas protagonizadas por el melancólico Theodore Twombly son en completa soledad, y dan cuenta de la fragilidad que el actor puede expresar con un par de bellas frases y una mirada que da cuenta de su descenso a ese tipo de «locura socialmente aceptada» -como lo define el personaje de Amy Adams (Arrival)- que es el amor. Verle tener una genuina actitud amorosa con un computador -con la voz de Scarlett Johansson (Under the Skin), que innegablemente suma- solamente es otra prueba de su inmensa capacidad.
Charlie Sister – The Sisters Brothers (2018)
Parece imprescindible que todo gran actor, en algún punto de su trayectoria, llegue a cruzarse con el western para demostrarse en una faceta árida y desprolija. The Sisters Brothers, claro, está más cerca de los momentos melancólicos de The Ballad of Buster Scruggs que de una épica del género, con lo que el Charlie Sister de Phoenix tiene la oportunidad de viajar por un amplio rango de emociones, siempre legibles aún cuando comparte pantalla con otro grande como lo es Jake Gyllenhaal (Nightcrawler). Va desde la determinación por completar su misión junto a su hermano -interpretado por John C. Reilly (Talladega Nights)- hasta el miedo de no poder divisar el futuro que desea, siempre con un rudo carisma que le da otro nivel de profundidad a su interpretación. Solo queda esperar que no sea su último encuentro con el Viejo Oeste.
John Callahan – Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot (2018)
El papel de John Callahan lo tenía todo para atraer, una vez más, la mirada de la Academia: una cruda representación del alcoholismo, de las discapacidades físicas y la fiel encarnación de una persona que realmente existe. Suma que la narrativa -que va saltando en diferentes tiempos de la vida del caricaturista- solamente da la oportunidad de Joaquin para lucirse ante cualquier situación, no importa si es una violenta caída de una silla de ruedas o una estruendosa discusión, se entrega a un personaje que, como lo comenta Julieta Cáceres en su crítica, es complicado hablar de él como uno de sus mejores trabajos, pero tampoco sería una exageración hacerlo.
Joe – You Were Never Really Here (2018)
Parece apropiado que, antes de reconocerle como el Príncipe Payaso del Crimen, Phoenix haya dado vida a un personaje asfixiado por sus fantasmas del pasado, aunque dedicado a una vida más loable que la del villano. La película, un thriller con conspiraciones políticas bajo el tratamiento de Lynne Ramsay (We Need To Talk About Kevin), deja de lado cualquier convencionalismo para componer un virtuoso retrato de una mente problemática, una que quiere dejar de existir. Además, la transformación física del actor para dar esa imponente presencia suma enteros a un papel que bien podría pasar como uno de los grandes en su carrera -y fue completamente ignorado en la pasada época de galardones-, así como el que demuestra que todavía tiene facetas por mostrar.
Y para ustedes, ¿cuál es su papel favorito del gran Joaquin Phoenix?
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